Joost van den Vondel

Nació en Colonia el 17 de noviembre de 1587 y murió en Ams­terdam el 5 de febrero de 1679. Sus padres eran artesanos anabaptistas de Brabante, y emigraron a Colonia para eludir la fanática intransigencia religiosa de los españoles. De esta ciudad se trasladaron luego a la tole­rante Amsterdam, no después de 1597. Allí recibió Joost una modesta instrucción es­colar; en cuanto al resto, fue un autodi­dacto. En 1608 heredó de su padre una próspera tienda de medias, de la que cuidó posteriormente (a partir de 1610) su buena esposa Maaiken van der Wolff (fallecida en 1635); él, por su parte, dedicábase en particular a los estudios y a la literatura, y llegaba a un perfecto conocimiento del latín y del griego.

En 1611 publicó su primer drama, Pascha, o sea el éxodo de los hebreos de Egipto, referencia a la liberación de los Países Bajos del dominio español. La Jerusalén destruida [Het Verwoest Jeruzalem], de 1620, atestigua el estudio de Séneca. Palamede o La inocencia inmolada [Palamedes of De vermoorde Onnoozelheid, 1925], es, bajo su aspecto clásico, una tragedia inspi­rada en la pasión política; en ella Vondel se manifiesta partidario del anciano e ilustre «pensionario» Oldenbarneveldt, enviado a la muerte por el príncipe Mauricio de Nassau (a causa de tal obra su autor fue procesado y condenado a una multa de trescientos flo­rines, y vio prohibido el texto, que, sin em­bargo, en los años inmediatamente sucesi­vos alcanzó treinta ediciones). En un ciclo de bellísimas odas cantó después las glorias militares del nuevo «Statolder» Federico Enrique. A 1637 pertenece Gijsbrecht van Aemstel (v.), exaltación de la ciudad de Amsterdam que fue representada en ella durante más de dos siglos la noche de San Silvestre.

Siguieron poco más tarde Las Vír­genes [De Maeghden], historia dramática de Santa Úrsula y del martirio de las once mil vírgenes, y homenaje del autor a la Colonia natal. En 1639 aparecieron otras tres impor­tantes composiciones dramáticas: Los Her­manos Bátavos [Bataafsche Broeders], José en Egipto [Jozef in Egipte] y José en Dothan [Jozef in Dothan], una de sus obras más logradas desde el punto de vista tea­tral. En 1641, Vondel (que era diácono de la Iglesia baptista y había defendido apasio­nadamente a los protestantes frente a los calvinistas ortodoxos) convirtióse al catoli­cismo; ello no le procuró ninguna dificultad en la tolerante Amsterdam (luego, empero, su celo había de costarle la amistad del poeta P. C. Hooft, v.). La admirable tragedia Pedro y Pablo [Peter en Pauwels], de aquel mismo año, es un emotivo homenaje a la universalidad de Roma. Aun cuando no hu­biera visitado nunca Italia, sabía componer buenas poesías en italiano. Siguió las vici­situdes de este país, y escribió varias odas en homenaje a los Papas contemporáneos suyos. María Estuardo (1646, v.), obra vio­lentamente antipuritana, es un testimonio de su ardiente celo de convertido, que, sin embargo, no le impidió cantar los triunfos de la república de las Siete Provincias y las glorias de los Orange.

Con motivo de la paz de Westfalia publicó la comedia bucólica (la única pieza del género que escribiera) Leeuwendalers (v.). En 1654 apareció su principal tragedia, Lucifer (v.), cuya repre­sentación fue impedida luego por la Iglesia protestante, que no quería «ver profanados los misterios celestiales en el escenario de un teatro»; tal medida provocó el agota­miento de la edición en pocos días. Milton acudió a tal obra en la composición del Paraíso perdido (v.). La ascensión poética del autor, empero, coincidió cronológica­mente con su ruina material. Su hijo, Joost, quien se hallaba al frente de la tienda, quebró, y el padre, para salvarle de la cár­cel, pagó las deudas con el sacrificio de todos sus bienes; y, así, ya anciano, hubo de aceptar un modesto empleo, que ejerció durante diez años, en el Monte de Piedad. La pobreza, sin embargo, no perjudicó su inspiración poética. Vondel halló un notable con­suelo en la traducción de los Salmos, y dio a la luz Jephta en 1659 (v. Jefté), y la gran tragedia Adán desterrado en 1664 (v. Adán).

En 1667 apareció otra obra de este género, Zunchin, sobre las misiones jesuítas en China, acto de reconocimiento del autor hacia los religiosos de la Compañía de Jesús, a quienes debió en parte su conversión. Elmismo año publicó Noah, o la destrucción del primer mundo [Noah, of a Ondergang der Eerste Weerelt], cuyo argumento es el castigo de los «gigantes» que viven en un racionalismo hedonista y no se preocupan de las advertencias del piadoso Noé. Vondel es­cribió asimismo dos grandes poemas didác­ticos: Los misterios del altar [Altaergehei- menissen, 1663] y El esplendor de la Iglesia [De Heerlijkheit der Kerk, 1663]. A todo ello cabe añadir numerosas composiciones líricas (v. Poesías líricas), muchos textos de exaltación, sátira y actualidad (que reflejan la atenta y apasionada conciencia política, civil y religiosa del autor), y traducciones del griego, el latín, el italiano y el francés, entre las cuales figuran todas las obras de Virgilio, Séneca, Sófocles y Eurípides. Prin­cipal autor holandés del siglo XVII.

Vondel, cuya magnificencia barroca alcanza su punto culminante en los coros de las tragedias (son famosos los del amor conyugal en Gijsbrecht, las alabanzas angélicas al Señor en Lucifer, la exaltación de Dios y del Paraíso en Adán, y los cantos al dominio de sí mismo en José en Egipto) y contrasta con el realismo circundante, es también una figura de primer plano en la literatura europea del barroco, entre Calderón y Milton.

A. H. Luijdjens