Nació en Zurich el 12 de enero de 1746 y murió el 7 de febrero de 1827 en Brugg. Hijo del cirujano Juan Bautista, oriundo de familia italiana, de Chiavenna. Educado por su madre y por una criada, Babeli, recibió la instrucción primaria de su abuelo paterno, Andrés, estudió después en la escuela de latín y en el colegio, y por último en el Carolinum de Zurich, donde tuvo como maestros a Bodmer, Breitinger y Steinbrüchel, que cultivaban al mismo tiempo los estudios clásicos y los ideales de renovación civil y patriótica, en el sentido de las tradiciones republicanas heredadas. Miembro de la Sociedad Helvética que se había constituido en torno a Bodmer, recibió la influencia del Emilio (v.) y del Contrato social (v.), junto con la de los movimientos filantrópico y fisiócrata. Dominado por el deseo de una profunda regeneración del pueblo, que creía que debía tener comienzo en el campo y en el trabajo rural, fundó en Brugg, en Argovia, en una propiedad adquirida, una hacienda agrícola, a la que llamó Neuhof. No marchó bien la hacienda y se transformó en un asilo de niños huérfanos y abandonados, en el que se daban la mano la instrucción y el trabajo agrícola.
Pero fracasó la empresa y la institución se cerró en 1779. Arruinado económicamente, Pestalozzi había adquirido una saludable experiencia: era el pobre que debía educar a los pobres, comprendiéndolos y amándolos. Siguió a esto una actividad de escritor, en la que sobresalen La vigilia de un siolitario [Abenstunde eines Einsiedlers, 1781], publicada en las Efemérides de su amigo Iselin; después, la novela Leonardo y Gertrudis (v.), que apareció en 4 partes: la 1.a en 1787, la 2.a en 1783, la 3.a en 1785, la 4.a en 1787, y que obtuvo un éxito más literario que práctico y educativo; Cristóbal y Elsa [Christoph und Else, 1782]; el periódico Schweizeblatt (1782), que duró un año; y por último la importantísima Investigaciones sobre el proceder de la naturaleza en la evolución del género humano (1797, v.) y Figuras de mi silabario (1797, v.). Entretanto había entrado en relación con Roschow, con el gran duque Leopoldo de Toscana y con el filósofo Fichte, quien exaltará su método en los Discursos a la nación alemana (v.).
Las amargas consecuencias acarreadas por la Revolución francesa, cuyos ideales sin embargo compartía, terminaron con el encargo de dirigir en Stans un asilo de niños huérfanos (de 5 a 15 años), hijos de las víctimas de la represión que los franceses desencadenaron a raíz de la sublevación de Nidwalden. Duró este asilo seis meses, pero Pestalozzi maduró allí el principio y el método de la educación elemental. Reanudó el experimento en Burgdorf, con Fischer, ya alumno suyo, y con Krüsi, dirigiendo allí una escuela, a la que se añadió más tarde un asilo-escuela y una institución para la clase media, que incluía una escuela de Magisterio. En 1801 publicaba Pestalozzi Cómo educa Gertrudis a sus hijos (v.), en donde exponía los resultados de sus experiencias y las directrices fundamentales de su método; en 1803 el Libro de las madres [Buch der Mütter] y otros textos didácticos. Se unieron a él Di Murait, Niederer, Schmid y Hopf.
Obligado a abandonar Burgdorf, se trasladó en 1803 a Münchenbuchsee, cerca de la famosa institución de Fellenberg (en Hoffwly), con el que surgieron motivos de desavenencia que le indujeron a aceptar la oferta del castillo de Jverdon para inaugurar una institución, donde le acompañaron en 1805 los antiguos colaboradores. La institución se amplió hasta comprender todos los grados de enseñanza hasta los umbrales de la Universidad, y conquistó gran renombre, ya que la visitaron personalidades ilustres, desde el geógrafo Ritter hasta Mme. de Staël, desde Froebel hasta Fichte. El padre Girard, el gran educador de Friburgo, la inspeccionó por encargo del gobierno y extendió una amplia relación crítica de ella, en parte elogiosa. Pero mientras Pestalozzi continuaba elaborando en varios escritos sus ideas sobre la educación elemental, la institución se iba desviando de la inspiración inicial, y los conflictos entre las tendencias de algunos de sus colaboradores acabaron por disgustar al gran pedagogo, quien se retiró en 1817. Regresó de nuevo, reconciliando a Niederer y Schmid, pero se marchó otra vez en 1825, volviendo a Neuhof para realizar un nuevo experimento. Al año siguiente publicaba El canto del cisne (v.), al mismo tiempo que se cuidaba de la edición de sus obras.
Elegido presidente de la resurgida Sociedad Helvética, pronunció en ella varios discursos sobre las relaciones entre la renovación política y la renovación educativa y sobre la educación familiar. La publicación inicuamente difamatoria de un tal Biber amargó los últimos días de Pestalozzi, el cual terminaba en 1827 una vida de noble apostolado que, sin llegar a doctrinas completamente definidas, iluminó, por el fervor indomable de sus investigaciones, los aspectos esenciales de la pedagogía elemental y dejó huellas decisivas en la educación del pueblo.
G. Caló