Nació en Lisboa el 13 de junio de 1888 y murió en la misma capital el 20 de noviembre de 1935. Es indudablemente la figura más compleja del siglo XIX literario en Portugal. Huérfano de padre en 1893, en el segundo matrimonio de su madre (1895) ha de buscarse probablemente una de las causas de su carácter introvertido y de su constante insatisfacción. Hechos los primeros estudios en Durbán y, más tarde, en la Universidad de El Cabo en Sudáfrica, regresó en 1905 a Lisboa, donde se empleó como simple corresponsal comercial. Fue uno de los colaboradores de la revista Orpheu (1915), que figuró en cabeza del movimiento modernista portugués. A excepción de algunos poemas ingleses escritos entre 1918 y 1921 (su estancia en la Unión Sudafricana le había permitido el dominio de la lengua inglesa) y del volumen Mensagem (1934), poema épico de un idealismo exasperado, la mayor parte de su obra (inédita o dispersa en revistas) fue recopilada y publicada después de su muerte.
Se distinguen en ella los poemas ortónimos (escritos por el poeta con su nombre) y los heterónimos (atribuidos a tres diversas personalidades ficticias, pero claramente caracterizadas: Alberto Caeiro, filósofo antimetafísico, Ricardo Reis, horaciano, y Álvaro de Campos, futurista, discípulo de Whitman y de Marinetti). La obra ortónima, de una extraordinaria intensidad y claridad, se encuentra inserta en la tradición lírica nacional. Poesía abstracta, entretejida de vocablos mágicos, o de implacable autocontemplación, sin el apoyo de los afectos o de los sentimientos; y por encima de la variación de posturas y de estilos, también los poemas heterónimos revelan el drama de Pessoa: un constante conflicto entre inteligencia y vida, entre escepticismo y sed de absoluto. Uno de los aspectos de este hombre que, por puro juego intelectual, se entregó a la experiencia de los heterónimos, y que según algunos sólo fue un hábil mixtificador, consistió en el ocultismo.
Sin embargo, Pessoa alcanzó, aunque tardíamente, la celebridad: llegó a ser el maestro de la moderna poesía en lengua portuguesa y comienza a ser leído más allá de las fronteras de su país como expresión de la crisis contemporánea del espíritu, concretada en la desintegración del individuo mismo.
J. Prado Coelho