Nació el 18 de septiembre de 1596 en Londres, donde murió el mismo mes de 1666, durante el incendio de la ciudad. Alumno de la escuela Merchant Taylor’s y del St. John’s College de Oxford, y graduado luego en Cambridge, fue ministro anglicano; sin embargo, pronto se convirtió al catolicismo, y dedicóse a la enseñanza en el convento benedictino de St. Albans. Casado en 1623 y movido por dificultades materiales, abandonó el hábito y la función docente y se trasladó a Londres, donde (1625) escribió con notable éxito para la escena hasta 1642, año de la clausura de los teatros. Visitó Irlanda (1636) invitado por el conde de Kildare, y estuvo repetidamente en Dublin, donde se representaron algunas de sus obras. Derribada la monarquía, junto con su señor, el conde (luego duque) de Newcastle, militó en las filas realistas hasta 1644, fecha en que, según parece, marchó desterrado a Francia. Cambiado el régimen, a su regreso a Londres creyó más conveniente la reanudación de la profesión docente y la interrupción de su labor teatral.
Sin embargo, aparecieron todavía los Poems (1646), entre los cuales figuran el divertimiento El triunfo de la belleza [The Triumph of Beauty] y la «masque» Cupido y la Muerte [Cupid and Death], representada privadamente ante el embajador portugués en 1653; además, publicó por lo menos seis dramas compuestos anteriormente, y algunos textos escolares de gramática, estilística y métrica latina. Duras críticas, en particular de Dryden, le procuraron algunos difíciles fragmentos de traducción de obras clásicas. A las crueles sátiras de Dryden y otros contemporáneos se debe en gran parte el olvido que ha ensombrecido largo tiempo los méritos de Shirley, a quien, si bien no pueden atribuirse cualidades innovadoras respecto de la tradición dramática a la cual se halla vinculada su obra (Chapman, Fletcher, Ford, Massinger y, asimismo, Jonson y Webster), tampoco hay que juzgarle autor mediocre, por lo menos en cuanto a algunas de sus numerosas obras. El mismo favor que le dispensaron Carlos I y Enriqueta María fue no sólo premio a su lealtad, sino también reconocimiento, en los medios cortesanos, de sus merecimientos.
Entre la producción trágica de Shirley cabe mencionar El traidor (1631, v.), el mejor de sus textos de tal género y posiblemente una de las tragedias románticas de la época más logradas, y El cardenal (1641, v.), obra evidentemente influida por Webster y de una intensidad dramática diluida. Junto a tales composiciones figuran extraños dramas, como San Patricio para Irlanda [St. Patrick for Ireland, 1640], mescolanza de «miracle play» e intriga, Honoria and Mammón (1659), «morality» dramática posiblemente no destinada a la escena, el drama bucólico Arcadia (quizá de 1632), y juguetes y divertimientos diversos, entre ellos El triunfo de la paz [The Triumph of Peace].
Recordemos, además, las comedias, en cuyo conjunto destacan El joven almirante [The Young Admiral, 1633], alegre y desenvuelta; El jugador [The Gamester, 1634], muy popular y notablemente apreciada por el rey Carlos I; Dama de placer [The Lady of Pleasure, 1635]; El señor real [The Roy al Master, 1638]; The Gentleman of Venice (1639), ingeniosa y elegante; El secreto de la corte [The Court Secret, 1653], de complicado argumento, y muchas otras de menor importancia, como El baile [The Ball, 1632], escrita posiblemente en colaboración con Chapman, y La coronación [The Coronation, 1635]. Toda la producción de nuestro autor, de estructura única y temas variados, permite advertir que la influencia ejercida en Shirley por otros dramaturgos no menoscaba su personalidad de poeta dramático poseedor de una auténtica inspiración lírica y de una intensidad cómica genuina.
E. Lépore Epifanía