Nació en Burlington (Nueva Jersey) el 15 de septiembre de 1789 y murió en Cooperstown (Nueva Jersey) el 14 del mismo mes de 1851.
Escritor casi por azar y hombre vigoroso e infatigable, impaciente, truculento y desgarbado, creó el primer gran núcleo narrativo nacional, inspirado en las experiencias de la nueva república, y supo extraer del salvaje mundo americano una poesía destinada a suscitar resonancias fantásticas en todo el mundo.
Su infancia transcurrió durante los últimos años del siglo XVIII, en la colonia de Cooperstown (en la parte septentrional del estado de Nueva York), establecida por su padre (algunos recuerdos de Cooperstown los incorporaría más tarde a Los pioneros, v.). Sus antepasados fueron suecos e ingleses y se educó según convenía al hijo de un perfecto caballero.
Dejada por razones disciplinarias la Universidad de Yale, estuvo dos años en la Marina, lo que le proporcionó el conocimiento directo del mar, en el cual debía de basar muchas de sus novelas y la autorizada Historia de la Marina de los Estados Unidos de América (v.) y, lo que es ya más importante, el impulso de su ya viva pasión por los grandes espacios, los amplios horizontes y la naturaleza silvestre y virgen, la más profunda fuente de sus fantásticas narraciones.
Después de una boda aristocrática, vivió cerca de Nueva York, cual gentilhombre inglés del siglo XVIII, marcado por el sello del cuaquerismo americano. Cambió de género de vida cuando, a raíz de una apuesta de tertulia, entregóse a la composición de su primera novela, Precaution (1820), que, a pesar de ser bastante convencional, como gran parte de su producción, hízole experimentar un gusto ya irreprimible por la literatura.
Y así, C. se vio lanzado muy pronto a una intensa actividad literaria, que en pocos años le proporcionaba una popularidad internacional superada únicamente por la de W. Scott. Con El espía (v.), de 1821, puede considerarse iniciada la historia de la narrativa genuinamente norteamericana.
Tras siete años de labor y de viajes por Europa (v. Espigueos en Europa), su regreso a América le causó una gran desilusión. Su ardiente fe en los ideales democráticos, su sentimiento casi místico del destino americano y su exasperación ante los métodos empleados por la democracia del Nuevo Mundo hicieron de él, hasta su fallecimiento, un tábano zumbón, un crítico combativo y duro, enzarzado siempre en polémicas y debates.
Sin interés estricto por la «literatura», que conocía sólo de manera superficial, C. resulta más bien un autor con fines meramente ideológicos o polémicos. Al escribir sin interrupción, con negligente indiferencia en cuanto a la forma, novelas y artículos fue penetrando cada vez más, y casi inconscientemente, en el mundo poético y un tanto mitológico vislumbrado por vez primera en El espía.
La figura del solitario mercader ambulante Harvey Birch, que sacrifica vida y honor a la causa de un ideal patriótico, transformóse en la del familiar semidiós de la selva, Natty Bumpo, y con este aspecto fue llenando cada vez más la imaginación del autor; y así, en las Novelas de Medias-de- cuero [Leatherstocking Novéis, 1823-41] (v. Los pioneros, El último mohicano, El guía y El cazador de ciervos), compuestas a intervalos a lo largo de su vida literaria, la figura de Natty Bumpo llegó a encarnar para él al mismo tiempo una actitud ideal del espíritu ante el universo y una especie de ensueño relacionado con las necesidades más vivas de su fantasía.
S. Geist