Nació en Toulouse en 1520, murió en Bourges en 1590. Estudió Derecho en la Universidad de su ciudad natal y ya en 1547 daba un curso privado de instituciones de Derecho civil, es decir, del Derecho romano, entonces vigente de manera extensa en Francia.
Pese al número de sus discípulos y a su creciente fama, no logró C., sin embargo, obtener la cátedra de Derecho civil en la Universidad de Toulouse, y por ello pasó en 1554 a enseñar en la Universidad de Cahors y en el 55 en la de Bourges, donde durante casi treinta años había enseñado el gran Alciato, dejando allí una herencia que él recogió y enriqueció.
Aquella primera estancia en Bourges fue, no obstante, muy breve, puesto que por la hostilidad de algunos colegas, entre ellos Duareno y Donello, seguidores todavía de la escuela de Bartolo, C. tuvo que trasladarse antes de dos años a Valence.
Llamado de nuevo a Bourges en el 59 gracias a la intercesión de la duquesa de Berry, Margarita de Valois, hija de Francisco I (Bourges era, en efecto, la capital del Berry), ocupó durante varios años la cátedra de Duareno, que había muerto.
Y en Bourges se estableció definitivamente en 1575, tras una breve estancia en Turín (1566-67), invitado allí también por la duquesa Margarita, que había contraído matrimonio con Manuel Filiberto, y tras un nuevo período de enseñanza en Valence (1567-75), entremezclado con cursos en Aviñón y París.
La gran fama de que gozó C. entre sus contemporáneos y aun ulteriormente se justifica por la importancia de su obra en el campo romanista; todavía hoy muchos de sus trabajos, desde las juveniles Institutiones a los Paratitla (sumarios compuestos para uso de escolares), a las numerosas Recitationes solemnes en torno a los notables juristas romanos y a las monumentales Observaciones y enmiendas (v.), son consultados por su agudeza crítica y la seguridad del planteamiento y argumentación jurídicas.
Además, la preparación histórica y filológica, que hizo de C. uno de los primeros investigadores de las interpolaciones incluidas por los justinianeos en el Corpus Juris (v.), le guio en el descubrimiento de nuevos textos y en la reedición de los ya conocidos.
Sin duda, a él debemos la primera publicación de la Consultatio veteris cuiusdam iurisconsulti (1577), de la Lex Romana Burgundiorum (1566) y de una parte (1. VI- VIII) del Código Teodosiano (v.), en tanto que sus ediciones del Codex y de las Institutiones justinianeos puede decirse que sirvieron de texto hasta el siglo pasado.
G. PUGLIESE