Nació en San Francisco de California el 12 de enero de 1876 y m. suicida en su lujoso «Beauty Ranch» el 22 de noviembre de 1916. La más sugestiva de sus aventuras fue la suya propia, o sea la novelesca historia del hijo ilegítimo de un aventurero y astrólogo ambulante, con una infancia infeliz. Luego de su nacimiento, la madre contrajo matrimonio con un modesto droguero de Oakland, John London, que dio su apellido a Jack y forzóle, apenas adolescente, a buscar trabajo. A los quince años salió de su casa, y a los diecisiete empleóse como marinero; luego fue vagabundo, «bestia de carga», seguidor del ejército de Coxey, buscador de oro en Alaska y estudiante en Oakland, y más tarde en la Universidad de California, que abandonó para trabajar en una lavandería.
La lectura del manifiesto de Marx y Engels convirtióle en socialista entusiasta y audaz (estuvo repetidamente en la cárcel); sin embargo, predicaba al mismo tiempo el culto al superhombre de Nietzsche, y, como los restantes progresistas de su época, era un romántico seducido por la idea imperialista de la fuerza y el dominio según aparecía en Kipling y en el «mito» de la «fiera rubia» de H. S. Chamberlain. Sentía intensa compasión por los pobres, y no perdonaba a la sociedad que le había hecho sufrir; toda su vida fue un esfuerzo para pasar de la miseria a la riqueza, lo único que le podía permitir «volver atrás» y huir hacia el sueño de una existencia libre y feliz. En 1899 las revistas empezaron a aceptar sus narraciones, cuyo autor dedicó entonces todo su tiempo al arte y a la creación para sí mismo de una máscara romántica de «fiera rubia» y de gran amante. Muy pronto ganó y dilapidó varias fortunas. La llamada de la selva (v.), de 1903, fue su primer gran éxito, y posiblemente su mayor producción; El lobo de mar (v.) le proporcionó 4.000 dólares.
Al regresar de la guerra ruso-japonesa, a la que había asistido como enviado especial, intentó la política, se hizo construir una embarcación, «The Snark», que le costó 30.000 dólares, y escribió en ella la historia de su infancia, Martín Edén (v.). De sus cincuenta volúmenes (entre los cuales cabe citar, además, John Berleycorn, La partida y El pueblo del abismo) obtuvo más de un millón de dólares, que gastó enteramente. Pretendió hacerse construir un castillo fantástico, la «Casa del Lobo», que, sin embargo, incendióse antes de quedar terminado. Edificó el mayor y más lujoso rancho de California, y hospedó en él a sus amigos con prodigalidad principesca. En 1913 sus novelas habían sido traducidas a once idiomas, y él era uno de los escritores más populares y más ricos del mundo, el ángel vengador de los pobres y el rebelde a toda convención frente a los opulentos. En realidad, tratábase de un romántico solitario y trágico situado en un mundo hostil, que acabó siendo para él una obsesión. Finalmente, buscó en el suicidio, actitud extrema de su romanticismo, la libertad y la evasión de su «vida gloriosa».
N. D’Agostino