Igor Federovich Strawinsky

Nació en Oranienbaum, cerca de San Petersburgo, el 18 de junio de 1882 (5 de julio según el antiguo calendario greco-oriental). Su pa­dre, primer bajo-barítono de la ópera Imperial, pertenecía a una familia de origen polaco llegada a Rusia en tiempos de Cata­lina II. A los nueve años recibió las pri­meras lecciones de piano. Provocaron en su ánimo impresiones decisivas para su voca­ción musical las obras de Glinka La vida por el zar (v.) y Ruslan y Ludmila (v.); durante la representación de esta última en 1893 conoció a Chaikovski, encuentro que debía dejarle un persistente recuerdo. Si­guiendo los deseos de su padre se matriculó en la Universidad, y consiguió en 1905 el título de abogado en San Petersburgo. A los veinte años empezó a relacionarse con N. Rimski-Korsakov, cuyo hijo, Vladimiro, era condiscípulo universitario de Strawinsky. Aquél le aconsejó el ingreso en el Conservatorio; pero se avino a enseñarle privadamente la orquestación y la teoría de las formas. Al mismo tiempo, Igor llevaba a cabo estudios de armonía y contrapunto, de una manera irregular y en general sin maestro. Las lec­ciones de Rimski quedaron interrumpidas en 1908 por la muerte de éste.

En 1906 Strawinsky había contraído matrimonio con una prima suya, de la cual tuvo cuatro hijos: Teodoro, que se afianzaría como pintor; Sviatoslav- Soulima, andando el tiempo pianista e in­térprete de las obras de su padre; Ludmila, fallecida en 1940, y Milena. Durante el pe­ríodo del aprendizaje junto a Rimski, llevó a cabo sus primeros intentos y realizaciones en el ámbito de la composición: una Sonata para piano (1903-1904), inédita, la Sinfonía en mi bemol op. 1 (1905-1907), la suite para canto y piano Le faune et la bergère op. 2, sobre un texto de Pushkin (1905-1906), el Scherzo fantástico op. 3 para orquesta (1908) y Feux d’artífice op. 4 (1908), también para conjunto orquestal. En la Sinfonía, y junto a ecos del estilo sinfónico alemán, preva­lecen las influencias de Chaikovski y Glazunov, mientras que en las restantes obras se impone la influencia de la escuela fran­cesa. La primera composición en la cual aparece afianzada la personalidad de Strawinsky es la ya mencionada Feux d’artifice, breve fantasía orquestal de corte lapidario e inci­siva expresión instrumental. En 1908 el autor empezó a trabajar en El ruiseñor (v.), que interrumpió para componer, por encargo de Sergei Diagilev, el ballet L’oíseau de fue.

La relación con éste y con sus «Ballets ru­sos» habría de resultar decisiva para la ca­rrera del compositor. El triunfo de El pájaro de fuego (v.) en la ópera de París (1910) dio a Strawinsky la celebridad internacional. El éxi­to de Petruchka (1911, v.) le situó entre los principales músicos modernos. El estreno teatral de La consagración de la primavera (28 mayo 1913, v.) provocó un memorable escándalo, compensado el año siguiente por el éxito de 3^ primera ejecución de la obra en un concierto. Le sacre revelóse muy pronto obra de importancia fundamental en la música moderna; aquí, como en Petruchka, y con una violencia todavía mayor, los valores rítmicos aparecen en un primer plano, y se manifiestan como rasgos distin­tivos del estilo del autor: procedimientos poliarmónicos y politonales definidos por nuevas y originales síntesis de elementos diatónicos tradicionales. En 1914 Strawinsky volvió por última vez a Rusia, de donde se llevó algunos textos populares que habría de uti­lizar en una serie de obras vocales y en las escenas coreográficas de Les noces (cuya partitura no acabaría hasta 1923).

Con tales composiciones culmina la fase «rusa» del autor, caracterizada por una temática de sabor eslavo-oriental. En 1915 el músico es­tablecióse en Morges (Suiza), donde per­manecería hasta 1920; empezaba entonces el «período europeo». Los elementos rusos persistirían todavía en la historia burlesca Renard (1916-17), en la ópera bufa Mavra (1922) y en una serie de composiciones me­nores; sin embargo, en La historia del sol­dado (1919, v.) se manifiesta ya la expe­riencia de las reformas de la tradición occidental, del coral al vals, e incluso la influencia del jazz, que Strawinsky asimila en el Rag-time para once instrumentos (1918) y en la Piano – Rag Music (1919). Mientras tanto, el ballet Polichinela (1919), com­puesto sobre «temas, fragmentos y pasajes» de Pergolesi, señala el principio de la eta­pa denominada «neoclásica», caracterizada por un conjunto de originales reconstitu­ciones de aspectos de la tradición musical europea del período comprendido entre el Renacimiento y el final del siglo pasado. En la selección de los temas de sus obras teatrales el compositor se acerca al mundo del clasicismo helénico: así ocurre en CEdipus Rex, ópera-oratorio (1926-27), en el ba­llet Apollon Musagéte (1927-28) y en Perséfone (v.), melodrama en tres partes (1933- 34).

El sentimiento trágico que dominaba en las primeras composiciones del autor dio lugar, por un lado, a la evasión del puro divertimiento — Capricho para piano y or­questa (1929), Le baiser de la fée (1928), Juego de cartas (ballet, 1936, v.), Concierto “Dumbarton – Oaks” (1938) —, y, de otra parte, se aplacó y transfiguró en obras en las que aparece revelado cada vez con ma­yor claridad el fondo religioso del mundo interior de Strawinsky — el Pater noster (1926), el Credo (1932), el Ave María (1934) y, sin­gularmente, la Sinfonía de los Salmos (1930, v.), una de sus principales producciones. Otras composiciones importantes del perío­do situados entre las dos guerras mundia­les, como el Octeto para viento (1932), el Concierto para piano e instrumentos de viento (1924), la Sonata y la Serenata para piano (1924 y 1925), el Concierto para vio­lín y orquesta (1931), el Duo concertante para piano y violín (1932) y el Concierto para dos pianos (1935), participan en dis­tintas proporciones de tales características espirituales. Luego de haber permanecido entre 1920 y 1939 en Francia (donde pidió y obtuvo la nacionalidad francesa) y lle­vado a cabo numerosas «tournées» por Eu­ropa y América en calidad de intérprete (pianista y director) de sus obras, el mú­sico se trasladó en 1939 a los Estados Uni­dos y fijo su residencia en Los Ángeles.

Enviudado este mismo año, contrajo matri­monio en 1940 con Vera Soudeikina. En 1945 le fue concedida la ciudadanía norte­americana. Su nuevo ambiente queda refle­jado en algunas composiciones, como, por ejemplo, Tango (1940), Circus polka (1942), Scènes de ballet (1944) y Ebony concierto (1945). En otras producciones figuran algu­nos rasgos fruto de una evolución proce­dente del período europeo. La tendencia neoclásica persiste en las dos Sinfonías de 1940 y 1945, el Concierto en re para cuerda (1946) y el ballet Orpheus (1948) y culmina en la ópera The Rake’s Progress (1949-51). La religiosidad de Strawinsky se manifiesta en la cantata Babel (1944), la Misa (1948), la Can­tata (1952), el Canticum sacrum (1956) y la Leçon des tenébres (iniciada en 1957). Es­tilísticamente, la producción posterior a The Rake’s Progress señala una aproximación del autor a la técnica de la serie; men­cionemos, en este aspecto, la Cantata, el Septimino (1953) y los cánones y el canto fúnebre In memorian Dylan Thomas (1954). En el Canticum sacrum y en el ballet Agón (1954-57) el músico adopta en parte la es­tructura dodecafónica.

Tras la ausencia de doce años, volvió a Europa en 1951 para dirigir en Venecia el estreno de The Rake’s Progress; a partir de entonces divide su tiempo entre Los Ángeles y el Viejo Conti­nente, a donde se traslada para la direc­ción personal de sus nuevas obras. Éstas señalan la definitiva superación de la anti­nomia Schonberg-Stravinski, que mantuvo dividido durante varios decenios el campo de la música europea, y han situado el nom­bre de Strawinsky en el centro del interés del mun­do musical de hoy.

R. Vlad