Nació entre el 21 de noviembre de 1658 y el 11 de agosto de 1659 en Londres y murió en la misma capital el 21 de noviembre de 1695. Perdió a su padre a la edad de seis años y fue adoptado por su tío Thomas; poco después entró como corista en la capilla real, cuyo maestro de niños era Henry Cooke. Y bajo la dirección de éste hizo sus primeros estudios musicales. En 1672 pasó a la escuela de Pelham Hum- frey, el cual había estado seguramente en contacto con Lully y pudo dar a conocer por ello la música francesa a su discípulo. Purcell comenzó a componer muy pronto; hacia 1670 escribió la música para un homenaje de los niños, de la Capilla real al soberano. Cuando después los años cambiaron su voz, se hizo discípulo de John Blow, y desempeñó el cargo de copista en la abadía de Westminster; a este período se remontan los primeros Himnos, al mismo tiempo que otras composiciones de circunstancias y quizá también los primeros ensayos de música para el teatro. En 1679 sucedió a Blow en el puesto de organista de la abadía de Westminster, y seguramente este cargo determinó la composición de música sacra variada, con la que se alternan sin embargo Fantasías para instrumentos de cuerda y nuevos ensayos escénicos, como la música para el Theodosius (1680) de N. Lee.
En julio de 1682 fue nombrado organista de la Capilla real y compositor del rey; y también en calidad de tal hubo de llevar a cabo muchas obras de ocasión: odas para festividades y canciones de felicitación para cumpleaños de miembros de la familia real; de 1683 es la primera de las odas para el día de Santa Cecilia; un himno majestuoso: My heart is inditing} lleno de cálido impulso sonoro, fue compuesto en 1686 con motivo de la coronación de Jacobo II. Entretanto, en 1683 había aparecido la primera composición impresa de Purcell: las doce Sonatas para dos violines y bajo que escribió teniendo en cuenta los modelos de los grandes maestros italianos. También en este período continuó elaborando páginas para el teatro; no se trataba de auténticas óperas, sino de adaptaciones o arreglos de piezas teatrales, en las que se insertaban motivos de danza, fragmentos instrumentales y arias vocales, en tanto que las partes dramáticas quedaban reducidas a la simple recitación. Pero a través de estos trabajos puede decirse que nuestro músico iba adquiriendo experiencia y afinándola de tal manera que la aprovechó después en la ópera Dido and Aeneas (1686-90, v. Dido), la única a la que puso música totalmente y que puede considerarse, por lo tanto, como un melodrama en el pleno sentido de la palabra.
Dicha ópera, que marca un hito fundamental en la carrera de Purcell, fue escrita a instancias de un maestro de danza, y ejecutada por alumnas del Colegio de Chelsea con la colaboración del autor, a cuyo cargo estaba el clavicordio. Es posible también que a la representación de Dido and Aéneas estuviera presente el empresario Betterton, quien invitó a Purcell a que escribiera la música para el Dioclesian, adaptación de un drama de Beaumont y Fletcher. El Dioclesian agradó a Dryden, el cual solicitó la colaboración de Purcell para su King Arthur; la nueva ópera fue ejecutada en 1691. Lisonjero éxito tuvo la música de escena que Purcell compuso para una anónima adaptación de El sueño de una noche de verano de Shakespeare, represeen- tada en 1692 en el Dorsen Gardens Theatre con el título The Fairy Queen. Junto a estos trabajos de cierta envergadura brillan numerosos fragmentos vocales e instrumen- les, además de composiciones de circunstancias, entre las que merecen especial consideración el Te Deum y el Jubílate para la fiesta de Santa Cecilia de 1694: páginas de una sugestiva solemnidad que parecen prenunciar ciertos grandiosos efectos de la música hándeliana.
Para los funerales de la reina María II, muerta en diciembre de 1694, compuso Purcell el bellísimo himno Re- member not, Lord, our offenees. Al año siguiente elaboró la música de escena para La tempestad de Shakespeare y para el Don Quixote de Durfey. En esta última obra figura la canción From rosie Bowers, que fue la postrera composición de Purcell: la escribió cuando ya se encontraba enfermo. Murió en Westminster y fue sepultado en aquella célebre abadía. Purcell es considerado con justicia como el más grande y original músico inglés. Tuvo un talento variado e inagotable inspiración: en su vastísima producción se cuentan, además de la música para el teatro, himnos, salmos, cánones, cantatas profanas, canciones, duetos vocales y sonatas instrumentales. De una receptividad pronta y asimiladora, experimentó el influjo de otros estilos, que logró coordinar y absorber, sin embargo, en una atmósfera unitaria, gracias a la original espontaneidad de su manera. Extraordinaria es la ductilidad de su estilo, capaz de condensarse en los movimientos incisivos de las tramas polifónicas y de los recitales, y de adaptarse graciosamente a las inflexiones de la danza.
Quizá la huella más viva de su genio ha quedado en la música teatral, y especialmente en la ópera Dido and Aeneas, la cual es todavía hoy admirable por su belleza y por su enjundia, por la intensa palpitación de humanidad que la anima, especialmente en los motivos que se refieren al drama amoroso de Dido.
V. Terenzio