Nació el 26 de mayo de 1799 en Moscú, en el seno de una familia de la antigua nobleza, y murió el 29 de enero de 1837, en duelo, en Petro- grado. Se crió en un ambiente mundano y culto al mismo tiempo; su padre era hombre de mundo, educado en los clásicos franceses del siglo XVIII y autor de versos en francés; su madre era nieta de Abraham Aníbal, un abisinio que vivió en tiempos de Pedro el Grande, el cual había hecho de él un hábil ingeniero. También su tío Va- sili, hermano de su padre, era poeta y en él encontró el muchacho los primeros y más decisivos estímulos. La casa de los Pushkin era frecuentada por literatos de fama, como I. I. Dimitriev, M. M. Karam- zin (v.) y V. A. Zukovski, con los que tuvo intimidad el muchacho. Antes de asistir incluso al Instituto de Tsarkoie-Selo, había leído a Voltaire,. Parny, Molière, Racine, Wieland, Ossian, Tasso, Juvenal, etc., en los originales los franceses, en traducción los restantes: el francés le fue, desde pequeño, más familiar que el ruso. De 1812 a 1817 estudió Pushkin en el Instituto donde reveló su carácter (que acusaba su origen parcialmente africano del que también tenía algo en su aspecto físico) pero sobre todo sus cualidades de poeta.
Sus «poesías de Instituto» revelan la doble influencia del romántico-sentimental Zukovski y del neoclásico Batiuskov, pero también una decidida voluntad de independencia, aun permaneciendo todavía en el círculo de los géneros entonces más en boga, como la elegía, la epístola poética y la lírica de circunstancias. Los años pasados en el Instituto contribuyeron a su cultura, ya por las enseñanzas de algunos profesores, entre los cuales el liberalizante A. P. Kunycin, ya por sus amistades fuera del recinto del instituto, como la que mantuvo con P. J. Tchadadev (v.) el futuro autor de las Cartas filosóficas, el cual ejerció sobre el joven Pushkin una notable influencia espiritual. Entre las composiciones de mayor relieve del período escolar figuran la adaptación del motivo de Bobo d’Antona, la evocación del comediógrafo Fonvizin (La sombra de Fonvizin), la autobiográfica confesión de las propias aspiraciones y tendencias (La pequeña ciudad), además de la celebración de las efemérides de su patria en los Recuerdos de Tsarkoie- Selo, composición de circunstancias que llamó la atención del poeta G. R. Der- javin (v.).
Al abandonar el instituto fue destinado Pushkin al Ministerio de Asuntos Exteriores y se dejó atraer por la vida mundana, pero sin abandonar la poesía, que pareció al principio servir de desahogo a los caprichos de su temperamento impetuoso, pero que pronto viose encauzada en un poemita original, Rucian y Ludmila (1822, v.), que se convirtió en piedra de toque en la lucha entre tradicionalistas e innovadores, y especialmente entre clasicistas y románticos. Pero Pushkin no pudo tomar parte directamente en esta polémica porque, cuando el poemita salió de las prensas, había sido ya confinado en la Rusia meridional a causa de ciertas poesías consideradas revolucionarias y de ciertos epigramas en los que se atacaba a algunas personalidades (entre las poesías estaban El campo y la oda La libertad). Pese al disgusto de verse separado de la agradable vida de Petro- grado, logró Pushkin encontrar motivos de satisfacción espiritual y sobre todo nuevas fuentes de inspiración ya durante el viaje para llegar a su nueva residencia, cuando tuvo ocasión de pasar algún tiempo en la hospitalaria morada del general N. N. Rayevski, con cuyos hijos trabó amistad y de una de cuyas hijas se enamoró: quizá Marija, más tarde princesa Volkonskaya.
Con los Rayevski estuvo en Crimea y en el Cáu- caso y a ellos debió el conocimiento de la obra de Byron, bajo cuya influencia surgen los breves poemas de este período, llamados precisamente «byronianos» o «meridionales» : El prisionero del Cáucaso, Los hermanos salteadores, La fuente de Bachchi- sarai (v.), Los zíngaros, así como Eugenio Onieguin (v.), la «novela en verso» iniciada en estos años y destinada a ser, más que una novela, una especie de diario espiritual. El poema Los zíngaros, compuesto antes que Onieguin, revela de un modo pleno el tránsito del autor del romanticismo al realismo, anuncia la naturaleza del realismo pushkiniano en la figuración del héroe Alejo, que más tarde, al lado de Ta- tiana, la heroína de la «novela en verso» fue considerado como el típico representante de la espiritualidad rusa de los tiempos y progenitor de otros tipos literarios rusos sacados de la vida real. Riquísima fue la cosecha de este período en los campos más diversos de la literatura: así, en el de la composición épico-lírica, como en el poemita Vadim, en la balada El canto del fatídico Oleg, y en el de la poesía de tono históricopolitico, ya en germen en las poesías del período de instituto y alimentada ahora por los contactos con los patriotas griegos desterrados. Pero sobre todo maduró la lírica personal, bien amorosa, bien de inspiración espiritual-filosófica, como en Demonio o en la poesía A Ovidio. El destierro meridional, parte en Besarabia, parte en Odesa, terminó con un nuevo castigo del poeta, que había suscitado el odio de su directo superior, M. S. Voroncov, el cual encontró modo de acusarlo de ateísmo por una frase descubierta por la policía en una carta suya.
El fundamento de la aversión de Voroncov a Pushkin parece ser también la sospecha de las relaciones íntimas entre su esposa y el poeta; lo cierto es que algunas composiciones líricas de Pushkin fueron escritas para la Voroncova y, con las dedicadas a Amalia Riznitch, figuran entre las más profundas poesías amorosas que pueden hallarse en su producción. Expulsado del servicio y obligado a vivir en la hacienda familiar de Mikhailovskoie, Pushkin, de regreso al norte, siente muy fuerte la nostalgia de la vida pasada en Crimea, en Besarabia y en Odesa, especialmente en esta última ciudad, donde había podido vivir de un modo bastante libre y descuidado. El destierro en Mikhailovskoie se caracterizó al principio por una soledad casi absoluta, sólo gradualmente atenuada por la vecindad de una familia amiga, la de P. A. Osipova-Vulf, en cuya casa de Trigorskoie encontró de nuevo a A. P. Kem, ya conocida en Petrogrado yque le inspiró la más bella composición lírica de amor de la literatura rusa: Recuerdo el maravilloso momento.
La soledad de Mikhailovskoie, aliviada por la compañía de la «niania» Arina Rodionovna, a la que el poeta dedicó también varias composiciones, figura entre las más tiernas e inspiradas de Pushkin, fue provechosa bien para el desarrollo cultural del poeta, bien para la ejecución de sus planes creadores: en Mikhailovskoie, en efecto, recibió un gran impulso el Onieguin y se compuso el Boris Godunov (1829, v.), etapa importantísima en la historia del teatro ruso, así como numerosas composiciones líricas. La subida al trono de Nicolás I, ocurrida sobre el fondo de la insurrección de los decembristas (14 de diciembre de 1825), significó para Pushkin el retorno, a una vida libre y la posibilidad de publicar, aún con las restricciones de una censura especial, personalmente ordenada por el zar, Los tziganes y varios capítulos del Eugenio Onieguin, y sobre todo muchas composiciones líricas de carácter personal e íntimo. En 1829 se enamoró de una bellísima muchacha, Natalia Goncharova, con la que sólo pudo contraer matrimonio después de mucha resistencia por parte de la familia de ella y, en el fondo, sin que ella correspondiese a su amor.
Durante el período transcurrido entre el primer encuentro y la boda, hizo Pushkin un viaje al Cáucaso (1829) y una prolongada estancia en la hacienda materna de Boldino, que resultó muy fecunda en obras: en Boldino terminó el Onieguin, escribió las «pequeñas tragedias» El caballero avaro, Mozart y Salieri, El convidado de piedra (v.) y también muchísimas composiciones líricas, algunas de las cuales aparecen llenas de nostalgia del pasado. En el mismo período se dedicó a la prosa: en 1831 nacieron las Historias de Belkin (v.), que pueden considerarse como la primera afirmación del realismo pushkiniano en prosa después del realismo en verso del Onieguin. El paso del romanticismo al realismo no determinó con todo la reproducción inmediata de la realidad: tono y carácter románticos tienen todavía relatos como La dama de picas (v.) a la manera de Hoff- mann y Dubrovski (v.), anuncio de la novela histórica, género que intentó Pushkin con El moro de Pedro el Grande (v.) y con La hija del capitán (v.), el más bello ejemplo de novela rusa a lo Walter Scott.
La vida mundana de su mujer, su admisión en la Corte (acompañada de una humillación, por el nombramiento de gentilhombre de cámara, cargo dado normalmente a los jóvenes, pero que era, al parecer, el único modo de ser acogido en la Corte, donde el mismo zar había expresado el deseo de ver a la bella mujer del poeta) redujo sus ingresos como poeta, y el aumento de los gastos de la vida familiar terminaron por provocar un verdadero desequilibrio en su vida. Abandonada casi por completo la poesía, Pushkin se había dedicado a investigaciones de archivo sobre Pedro el Grande, y posteriormente sobre la sublevación de Pugachev. A la figura de Pedro el Grande, además de las páginas de El moro de Pedro el Grande (relato que habría debido ser la historia del antepasado abisinio del poeta, pero que quedó incompleto), había dedicado ya uno de sus poemas conceptual y artísticamente más bellos, Poltava (v.) y dedicó en 1844 El jinete de bronce (v.). Para escribir la Historia de la sublevación de Pugachev hizo el poeta un viaje por los lugares donde se había desarrollado (los gobiernos de Kazan y de Oremburgo); y el viaje y los estudios históricos acentuaron/ cada vez más su interés por el pueblo ruso: de tal interés, visible ya en la parte asignada al pueblo en la tragedia Boris Godunov, nacieron ahora las admirables Fábulas y la acción teatral La russalka (v.). Nuevas ideas maduraban mientras tanto en la mente del poeta: una de las más importantes le llevó a la creación de Las noches egipcias (v.), un relato que, aun habiendo quedado incompleto, hace patente cómo en el estilo del poeta se funden y completan de un modo admirable la prosa y el verso.
En 1836, después de largas gestiones, obtuvo Pushkin permiso para fundar una revista propia, El contemporáneo, que no tuvo, sin embargo, el éxito que esperaba el poeta, especialmente para mejorar su situación económica. No obstante la fama y el afecto de los mejores, Pushkin se había dejado vencer por la amargura causada, entre otras cosas, por los celos que le inspiraba su mujer, que le había dado algunos hijos, pero ningún consuelo ni apoyo espiritual, y le había colocado en situación embarazosa en la vida de sociedad. Un grave incidente — una carta anónima ofensiva — unido al rumor insistente que corría sobre las relaciones de su mujer con un barón francés, George d’Anthés, y que ni siquiera había acallado el matrimonio de éste con la hermana de Natalia, lanzó a Pushkin a un estado de exasperación que culminó en un duelo que arrebató a Rusia y al mundo uno de los más grandes poetas de la Edad Moderna.
E. Lo Gatto