Señor de las provincias septentrionales del territorio hitita, durante el gobierno de Muwatallis, su hermano, adquirió fama y poder considerables gracias a su habilidad y a su ambición. Residía en la ciudad de Hapkis, que dispuso como fortaleza, en tanto el rey se había establecido en Dattassa, localidad mucho más meridional y situada cerca de Siria. A la muerte de este último, ocurrida aproximadamente en 1282 a. de C., Urhi-Teshud, su joven hijo, trató de invadir parte de los territorios del tío; H., empero, más fuerte y experto, guerreó contra él y le destronó; de esta suerte, en 1275 a. de C. llegó a rey de los hititas, después de lo cual trasladó nuevamente la capital a Hatti, que hizo reconstruir y embellecer.
Con su advenimiento al poder supremo empieza una época de paz y prosperidad, sólo interrumpida por algunos conflictos con Babilonia, dominada por el soberano casita Kadashman-Turgu, y con la isla de Chipre. La secular enemistad con Egipto llegó, en cambio, a desaparecer, posiblemente gracias a la mediación de Asiría, luego de una serie de tratados, entre los cuales destaca sobre todo el de 1269, que garantizaba la paz y la seguridad a los países orientales. No solamente los reyes de ambos pueblos, antes enemigos, se prometían ahora amistad: incluso las respectivas reinas intercambiaban mensajes de mutua congratulación, uno de los cuales ha llegado hasta nosotros. Como coronamiento de esta política de relaciones amistosas negocióse, trece años después del primer tratado, el matrimonio de la hija de H. con el faraón Ramsés.
No muy posteriormente a tal boda murió el soberano hitita, que había designado como sucesor a Tudhaliyas IV. Son características de su gobierno una gran firmeza de ánimo, tenacidad en los propósitos y una clara conciencia de la misión real, lo cual explica la defensa llevada a cabo por el propio rey frente a las acusaciones de usurpación (v. Apología de Hattusilis III de Hatti). Por aquel entonces la nación hitita conoció una notable prosperidad política y económica; importantes fueron las relaciones con Asiría y la influencia de los hurritas, singularmente en el campo religioso.
A. T. Serventi