Insigne jurista y filósofo chino, maestro del unificador de China Ch’in Shih Huang Ti (221-208 a. de C.), nació en 230 a. de C. Hijo del príncipe de Han, estudió con el famoso ministro Li Ssû bajo la guía del filósofo Hsün-tzû (340-220 a. de C.), de quien aprendió numerosos principios confucianos y taoístas. Más tarde se dedicó a las ciencias jurídicas y criminales. En 234 representó al rey de Han ante el de Ch’in; pero, sospechoso a causa de su origen extranjero, fue llevado a la cárcel, donde se dio muerte con un veneno, pocos años antes de que su discípulo Shih Huang Ti llevara a la práctica sus enseñanzas; el verdadero motivo de su detención parece haber sido la envidia de su condiscípulo Li Ssû, y se dice que el rey de Ch’in, arrepentido, envió a un mensajero con la orden de ponerle en libertad, llegada, no obstante, cuando ya H. F. había expirado.
Las ideas filosóficas y jurídicas de este autor se hallan expresadas en su obra Han Fei Tzû (v.), integrada por cincuenta y cinco capítulos, y de los cuales sólo, quizá, siete u ocho son auténticos. Representan aquéllas la reacción natural contra las costumbres de la época, que fue de luchas civiles, anarquía y feroces represalias. H. F., espíritu teórico-práctico, decía que los bandoleros, egoístas e indeseables («la naturaleza humana es mala», afirmaba, de acuerdo con Hsün Tzû) necesitaban no precisamente la poesía y la bondad, sino tan sólo el azote, la muerte y el peso inexorable de la ley, como resulta del Tao, que, siguiendo el curso natural de los acontecimientos, gobierna inexorable y sabiamente el Universo (influencias taoístas).
Sus teorías acerca de un gobierno dinámico y no estático, probablemente como los Ch’in, de origen turcomongólico, pasaron al código redactado bajo Shih Huang Ti, a través de cuya aplicación práctica, siquiera demasiado dura y exagerada, conoció China la unidad por vez primera en su historia, bajo una organización gubernamental burocrática y centralizada que había de perdurar durante dos mil cien años.
B. Fedele