Sexto príncipe de la primera dinastía babilónica y fundador del imperio de Babilonia. A consecuencia del descubrimiento de los textos de Mari, la cronología de este soberano ha quedado notablemente reducida con relación a los cálculos de hace unos diez años, que le situaban aproximadamente en el período 2000-1961 a. de C. En la actualidad se admite en general la hipótesis de Albright, quien fecha el principio de su remado en 1728 a. de C. H. luchó durante unos veintiocho años contra Rim-Sin, rey del Elam y de Larsa, en el Bajo Éufrates, antes de someter definitivamente a su dominio toda la región de Sumer y Akkad.
Fue también inteligente administrador, como puede inferirse de la correspondencia sobre asuntos de carácter administrativo que sostuvo con sus gobernadores, Sin-Idinnam por ejemplo; y así, jamás abandonó la organización del Estado en manos de sus representantes, antes bien, quiso darse personalmente cuenta de las necesidades de su pueblo y acogió con benevolencia las eventuales protestas de los ciudadanos contra los altos funcionarios que olvidaban sus deberes. Con frecuencia en sus cartas se interesa por pequeños asuntos y deja decisiones importantes en manos de sus subordinados, pero únicamente después de haber obtenido las debidas informaciones. H. no sólo fortaleció el estado políticamente, sino que, en tanto extendía su dominio militar hasta Siria, iba ejerciendo una intensa acción unificadora sobre todas las formas de la vida social y religiosa; además, reorganizó y perfeccionó la economía incrementando, con la construcción sistemática de canales, la red hidráulica del país y la agricultura.
Coronación de esta actividad ordenadora y aglutinante, que tendía a la prosperidad del pueblo — base de una expansión cada vez más sólida —, fue la promulgación del celebérrimo Código (v. Código de Hammurabi), en el que aparecen mezclados y fundidos el derecho sumérico (cfr. también los códigos de Lipit-Ishtar y de Bilalama de Eshnunna) y las tradiciones jurídicas de los pueblos semíticos. Abundante es la correspondencia del soberano con los diversos gobernadores de su imperio, la cual ha sido estudiada sobre todo por Jean. La primera dinastía babilónica se extinguió poco después de H.; sin embargo, la obra de este monarca dio un carácter peculiar al imperio de Babilonia, singularmente porque el predominio político estuvo acompañado y, al menos en parte, condicionado y protegido por el desarrollo económico interno.
A. T. Serventi