Nació en Champagne, seguramente en Machaut, localidad de las Ardenas, hacia 1300, y murió en la ciudad de Reims en 1377. Al principio fue secretario de Juan de Luxemburgo, hijo del emperador Enrique VII y rey de Bohemia, y siguió a su aventurero señor en sus andanzas guerreras por Europa. Muerto éste, ingresó al servicio de su esposa, Bona, y luego al de Carlos III, rey de Navarra. Ya anciano, se retiró a Reims, donde, aun cuando simple clérigo, recibió una canonjía.
Poeta notable, además de Les cent ballades, ejemplo de la casuística amorosa propia de la sociedad cortesana de la época, escribió Jugement du Roi de Navarre y Confort d’amour (1536), poemas filosófico-morales destinados a consolar al monarca de Navarra, alejado de su esposa y encarcelado por el cuñado. Otro poema, Prise d’Alexandrie, narra la historia de Pedro I de Lusignan, rey de Chipre; Remede de Fortune evoca sus aventuras y está inspirado por una mujer de la que estaba enamorado: Pèronne d’Armentières. M. es más conocido como músico; junto con Jean de Mûris y Philippe de Vitry, figura entre los representantes más ilustres de la «Ars Nova» francesa. Anima con espíritu «moderno» y renueva los elementos y las fuentes de la experiencia artística del siglo, que con él adquieren nuevo color; su música supone uno de los vértices del arte medieval, y pone de manifiesto las orientaciones según las cuales iba a desarrollarse la producción musical de Francia y el Occidente: el amplio uso del modo mayor, la frecuente utilización de los recursos cromáticos y determinadas formas de cadencia.
Cultivó los «géneros» entonces de moda, típicos de la sociedad aristocrática francesa de la época: en el ámbito profano, la balada, el «virelai» y el «rondeau»; en el religioso, el motete. Una misa de M. a cuatro voces figura entre los primeros modelos de tales composiciones y destaca no tanto por haber sido escrita (según pretende la tradición) con motivo de la coronación de Carlos V en Reims, sino en cuanto ejemplo de estructura orgánica y expresiva. Todos los eruditos consideran las baladas como las obras musicales más logradas de nuestro autor, tanto por su riqueza y libertad de inspiración, como por su lírica sensualidad de tono petrarquesco. El carácter «moderno» del temperamento de M. ha hecho hablar, también de manera unánime, de su «romanticismo». La influencia de su producción, síntesis y perfeccionamiento de las teorías y tendencias del siglo, no quedó reducida al territorio francés, sino que se extendió a todos los países europeos de cultura evolucionada (v. Poesías).
B. Boccia