Nació en Parma, probablemente en 1208; murió en Camerino el 19 de marzo de 1289. Fue el séptimo ministro general de la Orden franciscana. Vistió muy joven, en 1233, el sayal. Maestro de Teología, su fervor de «espiritual» lo aureoló de una leyenda de santidad. Enseñó en Bolonia primero, más tarde en Nápoles, y finalmente en París (1245). En este mismo año participó en el Concilio de Lyon. Dos años después, en la misma ciudad, el Capítulo le eligió general de la Orden, cargo que conservó hasta 1257. Su abierto joaquinismo y el favor que mostró hacia los «celantes» de la Orden le obligaron a renunciar cuando la lucha antijoaquinita adquirió violencia.
Giovanni — contra el cual hubo de incoar un proceso su sucesor S. Buenaventura — se retiró entonces al pequeño convento de Greccio, de donde no salió hasta treinta años después, hacia Oriente, para propugnar la causa de la unión de las dos Iglesias. La muerte le sorprendió, sin embargo, en su patria. Son inéditas sus varias obras teológicas y sobre las Sagradas Escrituras. Se le atribuyen las Bodas místicas de San Francisco con madona Pobreza (v.).