Nació en Hülshoff (Westfalia) el 10 de enero de 1797 y murió en Meersburg, junto al lago de Constanza, el 24 de mayo de 1848.
Hija de una antigua y noble familia católica muy vinculada a la curia episcopal de Münster, llevó una existencia retirada, escasa en acontecimientos externos y más bien absorbida por una abundante vida interior.
Débil y enfermiza desde la infancia, estudia en su casa con los preceptores de sus hermanos y es una apasionada lectora; cultiva también el dibujo y la música, y revela muy pronto facultades poéticas en la imitación de los anacreónticos y prerrománticos (v. Poesías). Posiblemente debió de sufrir a causa de un amor no correspondido; sin embargo, acerca de ello no dejó confesión alguna, por más que aclare hasta cierto punto el episodio su correspondencia con Levin Schucking, joven escritor al que Droste-Hülshoff profesó gran afecto.
Tras el período de grave abatimiento que siguió a la muerte de su padre (1826) y de un hermano menor, vive largo tiempo lejos del castillo de sus antepasados y permanece en Renania, junto a familias de parientes o amigos; en Bonn establece contacto con el ambiente intelectual de las Schopenhauer (la madre y la hermana del filósofo, escritoras ambas).
Vuelta a Westfalia, se retira con su progenitora a otra propiedad rural familiar, no lejos de Münster, y lleva una existencia solitaria, interrumpida únicamente por algunas visitas a los círculos cultos y aristocráticos de la ciudad.
Entre 1829 y 1830 escribió el pequeño poema narrativo El hospicio del Gran San Bernardo [Das Hospiz auf dem Grossen St. Bernhard] y en el decenio siguiente otras narraciones en verso, por lo común acerca de historias y leyendas de su país, y cuentos en prosa, el mejor de los cuales fue El haya del judío (v.).
Tras una grave enfermedad que la llevó a padecer de asma, empieza el Año litúrgico (v.), una serie de himnos sagrados no terminada hasta más tarde, y escribe algunas de sus Baladas (v.) más bellas. Mientras tanto, su hermana menor se había casado con un noble suabo, y Annette pasó los últimos años de su vida en el castillo del matrimonio, junto al lago de Constanza, entregada solamente al cultivo de la poesía lírica.
Allí, lejos de su país, cantó con mayor emoción los aspectos poéticos de éste; precisamente en el desolado paisaje de la landa de Westfalia encuentra la poetisa los motivos más puros de su inspiración.
V. M. Villa