Nació en Petrogrado en 3 de marzo de 1845, murió en Halle el 6 de enero de 1918. Después de haber estudiado en las universidades de Zurich, Berlín y Gotinga, se trasladó a Halle, donde enseñó el resto de su vida (desde 1872 como auxiliar y a partir de 1879 como profesor). C. ha de considerarse como uno de los fundadores de la moderna teoría general de los conjuntos, uno de los matemáticos (y lógicos) más agudos y geniales del siglo pasado.
En efecto, a C. se debe el análisis exacto del concepto de infinito actual, iniciado a principios de siglo por B. Bolzano en su Paradojas del infinito. Ante todo, C. demostró que existen varios «tipos» de infinito (1877); por ejemplo, el conjunto de puntos de un segmento con infinidad (más exactamente, potencia) mayor que la de los números enteros naturales.
La comparación entre la potencia de dos conjuntos es llevada por C. al concepto de correspondencia: dos conjuntos se dirán igualmente infinitos (equipotentes) si es posible establecer entre sus elementos una correspondencia biunívoca sin excepciones.
Los resultados que a primera vista se obtienen son sorprendentes: así, un cuadrado, un cubo, etc., tienen la misma potencia que su lado; en general, todo conjunto infinito tiene potencia igual a la de alguna parte suya, y viceversa, esta propiedad puede ser tomada como definición del conjunto infinito. El viejo principio lógico: «El todo es mayor que la parte», pierde algo de su valor cuando se pasa de lo finito a lo infinito (actual): en general, la «lógica del infinito» es distinta de la «lógica de lo finito».
En definitiva, C. ha vuelto a introducir osadamente en las matemáticas aquel infinito actual que había sido eludido por las paradojas a que conducía; lo ha vuelto a introducir, pero sobre una base lógica rigurosa, precisamente la del concepto de correspondencia.
Si un conjunto es ordenado junto a su potencia (número cardinal), hay que considerarlo luego como su número ordinal; y también en este caso se dirá que dos conjuntos ordenados tienen el mismo número ordinal si es posible establecer entre ellos una correspondencia biunívoca que conserve la relación de orden. En los casos de conjuntos finitos, coinciden el número cardinal y el ordinal, aunque no en el caso de los conjuntos infinitos (números ordinales «transfinitos» de C.).
Los procedimientos «transfinitos» de C. han suscitado, y suscitan todavía, discusiones sobre sus límites de aplicación; pero la teoría de C. tiene que considerarse hoy como un capítulo fundamental de las matemáticas modernas. Los escritos de C. no han sido publicados todavía en una recopilación completa y han de buscarse en las pocas revistas en que aparecieron por vez primera. Es especialmente importante el estudio Una contribución a la teoría de los conjuntos [Ein Beitrag zur Mannigfaltigkeitslehre], en Journal für Mathematik (Berlín, 1877).
L. L. Radice