Nació el 23 de diciembre de 1734 en Lisboa y murió el 25 de febrero de 1819 en París, es un poeta de la Arcadia portuguesa. Hijo de un marinero y de una pescatera, estudió gracias a la ayuda de un capitán de la flota real, y siguiendo su vocación religiosa, se ordenó de sacerdote en 1755, el año del famoso terremoto de su ciudad natal. Se había formado muy pronto una excepcional cultura clásica y gracias a ella fue preceptor de las dos hijas del marqués de Alorna, recluidas por el dictador Pombal en un convento en Chelas: a Eleonora (la futura literata marquesa de Aloma, que habría preparado el advenimiento del romanticismo en Portugal) le enseñó latín, y a María (por la que sintió una pasión platónica), le enseñó música; recibió de Eleonora el seudónimo arcádico de Filinto Elysio — que en la historia literaria sustituye prácticamente a su apellido y nombre originario — y él le dio a ella el de Alcipe.
Denunciado a la Inquisición, se salvó escondiéndose en casa de un comerciante francés, que le ayudó a embarcarse para Francia, disfrazado, en una nave sueca, junto con otro denunciado como él, el ilustre botánico Félix de Avelar, llamado el Brotero. La protección del embajador portugués en París, Vicente de Sousa Coutinho, y la compañía de importantes compatriotas, entre los cuales Ribeiro Sanches, le aliviaron los primeros tiempos de destierro; pero vivió después largos años en la miseria, saliendo de París sólo una vez, en pleno período revolucionario (1792), para acompañar a La Haya a su compatriota diplomático Antonio de Araujo de Azevedo. Continuó, sin embargo, atendiendo a sus Obras (v.), las cuales, en 1798 — veintiún años antes de la muerte del poeta —, alcanzaban ya, según los cálculos del autor, la cifra de 730 000 versos.
G. C. Rossi