Nació en Bédarieux (Hérault) el 9 de febrero de 1830 y murió en París el 11 del mismo mes de 1898. Hijo de un arquitecto, empezó los estudios con un tío suyo, párroco de Camplong, y los prosiguió en los seminarios de Saint-Pons y Montpellier.
Luego de una dura crisis interior, abandonó la vida eclesiástica; tal decisión constituyó uno de los temas esenciales de su actividad espiritual y artística, y llegó a informar una de sus obras más interesantes: Ma vocation (1889, últ. ed. 1908), autobiografía abundante en interés y humanidad.
Llegado a París, trabajó durante algún tiempo como escribiente de un abogado, y en 1853 publicó Feuilles de lierre, colección de versos que pasó inadvertida. Por motivos de salud volvió luego al Sur. En 1883 se le nombró conservador de la Biblioteca Mazarino. Candidato a la Academia, hubo de enfrentarse con una dura oposición, tanto de derecha como de izquierda. Su producción literaria es extensa y variada.
Con el título Scènes de la vie cléricale publicó sus dos primeras novelas: Les Courbezon (1862) y Julien Savignac (1863), premiadas por la Academia y merecedoras de los elogios de Sainte-Beuve. En la serie de recuerdos y ambientes a los cuales se hallaban vinculados los años iniciales de su juventud, se inspiró para casi todos sus restantes libros: Mademoiselle de Malavieille (1865), El abate Tigrane (1873, v.), Lucifer (1874), Le marquis de Pierrerue (1874, texto refundido en 1890 con el título Un illuminé), Barnabé (1875), La petite mère (amplio estudio dividido en cuatro partes [1876-78] y reducido luego a un volumen titulado Madame Fuster, 1878), Mon oncle Célestin (1881), Le roi Ramire (1884), Jean (1886), Toussaint-Galabru (1887), Norme (1889), L’abbé Roitelet (1890), Xavière (1890), Sylviane (1891), Germy (1891) y Mon ami Gaffarot (1893).
Obra muy singular es Le Chevrier (186á), novela rústica escrita en el lenguaje del siglo XVI. Fabre compuso además Roman d’un peintre (1878), historia de la juventud y de las primeras actuaciones artísticas de Jean-Paul Laurens, y L’hospitalière, drama rural en cinco actos jamás representado (1880). El mejor arte de nuestro autor se inspira no sólo en los temas autobiográficos, sino también en las virtudes tradicionales de sus paisanos de las Cevenas y la idílica belleza del paisaje de aquella región.
P. Raimondi