Nació el 12 de octubre de 1745 en La Guardia (Rioja), donde murió el 11 de agosto de 1801. Perteneciente a una familia noble y rica, tras los primeros estudios, llevados a cabo en el hogar paterno, fue enviado a la Universidad de Valladolid, donde permaneció dos años. En un viaje de placer a Francia, entusiasmóse con los enciclopedistas, y se quedó mucho tiempo en tierra francesa; allí se le contagió la inclinación a la crítica mordaz contra la política y la religión tan grata a los hombres del siglo, y cierto espíritu libertino y escéptico que le indujo a burlarse de los privilegios y a rechazar, incluso, un alto empleo en la corte que le ofreciera el conde de Floridablanca. A su regreso a España contrajo matrimonio y se estableció primeramente en Vergara, donde participó en la «Sociedad Patriótica Vascongada», tendente a la difusión de la cultura en los medios populares, y de la cual llegó a ser presidente.
Junto con Tomás de Iriarte es considerado el mejor de los fabulistas españoles; la violenta enemistad surgida entre ambos ha pasado a la historia de la literatura. En 1779 Samaniego dejó leer a su colega el tercer libro de sus Fábulas morales (v.)> compuestas a instancias de su tío, el conde de Peñaflorida, para uso de los alumnos del Seminario Real de Vergara, y parcialmente publicadas en Valencia. Cuando en 1782 Iriarte entregó a su vez a la imprenta las Fábulas literarias (v.), cuyo prólogo las presentaba como primera colección del género, Samaniego publicó una hoja anónima titulada Observaciones sobre las Fábulas literarias de Don Tomás de Iriarte (1782), que inició una prolongada polémica. Siguieron numerosos libelos, contestados con la misma violencia por Iriarte. Sin embargo, cierto espíritu volteriano confería a los ataques de Samaniego una crueldad mayor.
En el litigio en cuestión, que tomó cierta amplitud, cabe situar también los textos en prosa reunidos bajo el título de Carta literaria al señor Masson y las Coplas para tocarse al violín a guisa de tonadilla, con las cuales parodió el autor que nos ocupa el Poema de la Música, de Iriarte. Con la poesía Los nuevos moles, intentó ridiculizar la invectiva de fray Diego González El murciélago alevoso. Samaniego parodió asimismo la tragedia de N. F. de Moratín Guzmán el Bueno, y dirigió contra el prólogo del Teatro español de V. García de la Huerta sus Memorias de Cosme Damián. Algunas poesías satíricas y licenciosas le valieron el principio de un proceso inquisitorial en 1793; el tribunal de Logroño llegó incluso a decretar la detención del autor. Samaniego evitó peores consecuencias gracias a sus amistades de categoría, pero hubo de permanecer algún tiempo en Bilbao junto a los frailes del «Desierto».
Sus narraciones en verso alcanzaron una gran difusión; no obstante, la mayoría de ellas no aparecieron jamás reunidas en un tomo. En Bayona parece haber hecho imprimir un libro de poesías destinadas por completo a reforzar los ataques contra Iriarte; pero en el curso de una enfermedad quemó la mayor parte de sus textos.
I. Ripamonti