Poeta y escritor dominicano, nació en Santo Domingo en 1866; murió en 1942. Trovador por excelencia dentro de la lírica de su país.
Fiallo es seguramente el mejor de los poetas eróticos que ha dado la República Dominicana. En sus años mozos, anduvo mezclado en las lides revolucionarias, y pasado el tiempo, como recuerdo de aquellos días juveniles, hizo una breve incursión en el campo de la poesía cívica (Canto a la bandera, 1925).
Pero el resto de sus composiciones, que no son muchas, pertenece en su totalidad al mundo encantador de la trova galante. Versos alados, finos, quimeras encantadoras, evocaciones amables; nada trascendente, al fin, pero todo tocado por la divina gracia del poeta. No puede, en justicia, llamársele original, pero su obra, aun reducida, ocupa un lugar digno en nuestro parnaso.
Seguidor de Bécquer, eso fue Fiallo, si bien nunca su voz alcanzó la profundidad etérea del autor de las Rimas. Señalemos en el menguado acervo de nuestro poeta estos títulos: Misterio, En el atrio, Inmortalidad, Esquiva, Gólgota Rosa, ¡Quién fuera tu espejo!, Rima profana y Lis de Francia.
Dejó también algunas obras en prosa: Cuentos frágiles (Nueva York, 1908), La cita (obra dramática, 1924), Las manzanas de Mefisto (La Habana, 1934), Poemas de la niña que está en el cielo (Santiago, 1935) y El balcón de Psiquis (La Habana, 1936).
A. Ramos