José Valentín Fialho de Almeida

Nació el 7 de mayo de 1857 en Vila-de-Frades (Alemtejo), donde murió el 4 de marzo de 1911. Hijo de un maestro rural, de quien recibió los primeros rudimentos culturales, marchó en 1866 a Lisboa, donde en el Colegio Euro­peo siguió los estudios elementales, que ter­minó en 1872.

En su autobiografía definióse «un muchacho triste y tranquilo», aunque su espíritu alentara instintos de rebelión contra la miseria que le apenaba. Durante siete años, hasta 1880, trabajó como depen­diente en una farmacia del Largo de Mitelo; pero los escasos ingresos que tal empleo le proporcionaba le forzaron a dar lecciones particulares y a colaborar en revistas de ínfima categoría.

Mientras tanto, matricu­lado en el liceo para no «pudrirse entre em­plastos y píldoras», leía afanosamente las obras de los escritores portugueses más ilus­tres posteriores a 1830. El primer año de sus estudios universitarios en la Escola Poli­técnica quedó interrumpido por la muerte de su padre.

Graduado, a costa de grandes sacrificios, en Medicina, ejerció por breve tiempo la profesión médica y tendió a cul­tivar únicamente las Letras. En 1881 pu­blicó su primer libro de narraciones (Can­tos), dedicado a Camillo Castelo Branco, y el año siguiente La ciudad del vicio (v.), posiblemente su mejor obra narrativa.

Alen­tado por un sentimiento de rebeldía contra la aristocracia y la monarquía, en 1889 acep­tó con entusiasmo la propuesta del editor Alcino Aranha, de Oporto, para la publi­cación de una crónica (al principio men­sual y luego semanal) de la vida portuguesa inspirada en las Farpas de Ramalho Ortigão; tales relatos, aparecidos con el título de Os gatos de 1889 a 1894, convirtieron a Fialho de Almeida en uno de los liberalistas europeos más característicos de los últimos años del siglo pasado.

Colaboró además en periódi­cos y otras publicaciones de Portugal y el Brasil, y compuso crónicas (firmadas con el seudónimo de «Valentim Demonio») y crí­ticas literarias y teatrales; fue célebre la amargura con que conmemoró la muerte de Eça de Queiroz. Narrador admirable además de periodista, dio a la literatura portuguesa algunas de sus páginas más sig­nificativas.

Publicó aún los libros Pasqui­nadas (1890), Lisbõa çalante (1890), Vida irónica (1892), El país de las uvas (1893, v.) y A Esquina (1903). Casado con una parienta provinciana, en los últimos años de su vida se retiró al nativo Alemtejo, donde llevó una existencia de pequeño propieta­rio rural. Póstumas aparecieron Barbear, Pentear (1911) y otras colecciones de su mejor producción periodística.

L. Stegagno Picchio