Evgeni Ivanovich Zamiatin

Nació en 1884 en Lebedian, en el gobierno de Tambov, y murió el 10 de marzo de 1937 en París. Es­tudió en el Instituto Politécnico de San Petersburgo, y, primeramente como estu­diante y luego en calidad de ingeniero na­val, pudo viajar por Rusia y el extranjero y visitar Constantinopla, Esmirna, Salónica, Beirut, Jerusalén y Port Said. Por casua­lidad se hallaba en Odessa durante la rebe­lión de la tripulación del «Potémkin», y en Helsinki (entonces Helsingfors) en ocasión de la de Sveaborg. Al dejar el Politécnico hubiera podido actuar como profesor. No experimentaba ya entonces la pasión de la literatura. Con una serie de artículos técni­cos alternaron las narraciones iniciales, titu­ladas Mezdnoe o Relatos de la vida provin­ciana.

En 1916, en el curso de la primera Guerra Mundial, fue enviado a Inglaterra para la construcción de rompehielos; uno de éstos, el «Aleksandr Nevskij», recibió más tarde el nombre de «Lenin». Vuelto a Rusia en 1917, dirigió la edición de sus propias narraciones (Isleños, v., Al final del mun­do, Fábulas para muchachos adultos, etc.), fundó una escuela literaria, denominada «Hermanos de Serapión», y reanudó su ac­tividad de ingeniero naval con un curso de lecciones; sin embargo, y aun cuando bol­chevique desde 1905, mantúvose lejos de la política, desilusionado por la revolución que defendiera y deseara. La distinta orientación cultural de la fase de la «Nueva Política Económica» (N.E.P.) hizo posible la repre­sentación de una comedia suya de carácter popular, La pulga, cuyo tema procedía de un famoso relato de Leskov, El zurdo.

En tal obra Zamiatin burlábase al mismo tiempo de rusos e ingleses, ya ridiculizados en otra comedia, La sociedad de los honorables campaneros, y en Isleños. Inclinado por na­turaleza y cultura a considerar las cosas a través del prisma de la ironía, creyó posi­ble hacerlo también con el régimen comu­nista en una novela utópica según el estilo de Wells, Nosotros (v.), que prohibida por la censura soviética, sólo pudo ver la luz en traducciones occidentales. Modificada pron­to la política cultural rusa, y preocupado el autor por el vacío que le rodeaba, intentó salir de la U. R. S. S. Después de largas y vanas tentativas, consiguió, finalmente, el permiso necesario alegando motivos de sa­lud. Tras una corta permanencia en Praga se estableció en París, donde falleció casi en el olvido.

E. Lo Gatto