Nació entre 1660 y 1664 en Madrid, donde murió en 1728. Poseemos escasas noticias concretas acerca de su vida. Empleado de la Secretaría de Nueva España y poeta oficial de la corte desde 1694, en 1698 era gentilhombre de cámara del rey. Fallecido Carlos II, se mostró partidario de los Borbones, por lo cual viose perseguido en el curso de la guerra de Sucesión. Más que como poeta es recordado como autor de varias obras dramáticas escritas para el teatro de la corte. En 1722 apareció el primer volumen de sus Comedias nuevas de tema religioso, fantástico, histórico y costumbrista. Otros tres tomos (1744) fueron publicados póstumos.
Entre las diecisiete comedias que integran el repertorio destacan las de tono grotesco (comedias de figurón), como El hechizado por fuerza, El indiano perseguido y Don Domingo de Don Blas. Los Entremeses, son una serie de bocetos cómicos de la cual forman parte Las bofetadas, Los gurruminos y las gurruminas, y El pleito de la dueña y el rodrigón; en ellos Zamora acentuó el sabor popular, precedente de Ramón de la Cruz. Algunas comedias de nuestro autor siguen todavía inéditas en la Biblioteca Nacional de Madrid. Del año 1701 es El pleito matrimonial del cuerpo y el alma, obra representada cuando Felipe V entró en la capital, y ampliación de un auto sacramental de Calderón de la Barca.
Zamora inspiróse a menudo en este gran comediógrafo y en Mira de Amescua – Por oír misa y dar cebada, nunca se perdió jornada – , así como en Tirso de Molina en No hay plazo que no se cumpla… (v. Don Juan), texto que sería la fuente más inmediata del Tenorio, de Zorrilla. Algunas veces acudió a Vélez de Guevara, Francisco de Rojas, Moreto y al mismo Lope de Vega, de quien refundió una comedia perdida en La Doncella de Orleans. (v. Juana de Arco) afectada por la influencia francesa. Entre las restantes comedias de tema histórico de Zamora figuran La defensa de Tarifa, Mazariegos y Monsalves, La destrucción de Thebas y Quitar de España con honra el feudo de cien doncellas. En el grupo de los dramas religiosos cabe mencionar Judas Iscariote, San Pedro Mártir, El lucero de Madrid y divino labrador San Isidro, y San Juan Capistrano, como los más representativos.
G. Savelli