Nació en Borgo S. Dalmazzo (Cuneo) el 27 de julio de 1856, murió en Roma el 28 de marzo de 1939. Licenciado en Florencia en 1878 y habiéndose perfeccionado en Berlín con Th. Mommsen (1881-83), aprendió de éste, sobre todo, la atención por el material epigráfico y por las investigaciones en el Derecho público y en la Geografía histórica. Director al principio del Museo de Cagliari (había publicado ya La Sardegna prima del dominio romano, 1881), llegó pronto a ser profesor de Historia antigua en Palermo (1886-89) y después en Pisa (1889-99).
En estos años, junto al interés mommseniano por la historia de las provincias, experimentó la influencia de la corriente historiográfica italiana entregada al estudio y a la idolatría de la Italia prerromana (son de 1888 L’amministrazione della Sicilia durante il dominio romano y los Supplementa Italica al C. I. L.). En un principio pareció inclinarse hacia «la prosecución» de la historia de la Italia antigua, Magna Grecia y Sicilia reunidas en la de Roma, pero no tardó en caer, más allá de Mommsen y de Niebuhr, en un escepticismo por la tradición literaria, hasta llegar a una radical negación de la autenticidad de documentos y episodios de la Roma más antigua.
De Nápoles (1900-1904), cuyo museo dirigió (1902-04), pasó invitado a Madison, Wisconsin (1905). Enseñó más tarde en Roma (1906-31) epigrafía jurídica, epigrafía latina, epigrafía y antigüedades romanas, historia antigua e historia romana. Aunque atenuó su hipercrítica, nunca alcanzó un equilibrio entre la valoración de la tradición y el aprecio de los testimonios independientes, entre las premisas metódicas y el proceso reconstructivo. Prueba de ello son las Ancient Legends of Román History (1906), la Ancient Italy (1908), las Ricerche storiche e geografiche sull’Italia antica (1908), las polémicas con De Sanctis y con Beloch en los volúmenes de los «Estudios históricos de la Antigüedad clásica» (1908-13), continuados por él cuando cesó la colaboración con Crivellucci; y sobre todo la Historia critica de Roma durante los cinco primeros siglos (1913-20, v.).
En los años siguientes, fue sustituyendo la hipercrítica por un criterio antitético de revisión, cada vez más conservador de la tradición, e inició una fase patriotera con su inesperado ataque contra la «crítica alemana». En parte inmunes de deformación, quedan todavía las Licerche sulla storia e sul diritto pubblicco di Roma (1915-18, cuatro vols.) y Dalle guerre puniche a Cesare Augusto (1918, dos vols.), además de la más tardía Storia della Sardegna e della Corsica durante il periodo romano (1923). Pero no solamente el volumen Imperialismo romano e política italiana (1920), sino también las obras más propiamente históricas que escribió en los últimos años se resienten de sus nuevas preocupaciones nacionalistas.
E. Lépore