Nada sabríamos acerca de la desordenada existencia de este poeta si él mismo no nos hablara de ella en sus versos, ampliamente autobiográficos. Nació posiblemente en Candía, donde vivió bajo el dominio veneciano durante la segunda mitad del siglo XV. Este gentilhombre cretense dejó dos composiciones en griego vulgar (v. Poemas vulgares), una de ellas más concretamente autobiográfica y la otra de carácter moralizador. Cuando adolescente huía de los libros y de la escuela como de la muerte, y sentíase inclinado al lujo y a la vida disoluta.
Llegado, como es natural, a la miseria, trasladóse al campo, donde cuidó perros y se dedicó a la caza, y no ocultó el desprecio que sentía hacia los villanos con los cuales había de convivir. Vuelto a la ciudad, obtuvo, no sabemos cómo, el nombramiento de abogado, profesión que le resultó lucrativa especialmente a través de la explotación y la persecución de las mujeres públicas. Una de éstas (cierta Kutaiótena), empero, logró llevarle a la cárcel. Durante el cautiverio, precisamente, escribió Sachlikis sus lamentaciones, desahogos e invectivas, cuyo tema principal son las cortesanas, a las cuales considera causa de su desgracia.
En la segunda de las dos composiciones mencionadas anteriormente, dirigida en forma de instrucción moral al hijo de un amigo, cierto Francisquito, el autor aparece como «médico del prójimo»; experto debido a sus propios males, exhorta al joven a evitar las compañías funestas, las aventuras nocturnas, el juego y las mujeres de vida fácil, atacadas por Sachlikis una vez más.
B. Lavagnini