Muchas son las ciudades que se disputan el honor de ser la cuna de Epicarmo El Léxico (v.) de Suidas le juzga siracusano o de la localidad sicana de Crasto; sin embargo, otras tradiciones le señalan nacido en Cos, entre los colonos establecidos en Sicilia con Cadmo, en Samos o en Megara Iblea.
Es sin duda falsa la noticia según la cual su familia habría sido oriunda de Crasto, y lo mismo cabe afirmar de la que sitúa su nacimiento en Cos, de acuerdo con un acróstico. En la Poética (v.), Aristóteles le hace natural de Megara, en Sicilia. Indudablemente debe darse fe a esta información.
Es posible que los antiguos consideraran a Siracusa patria de Epicarmo (siracusano le cree Teócrito en un epigrama que le dedica), engañados por la circunstancia de la representación de sus dramas en tal ciudad. En esencia, cabe afirmar con certeza que nuestro autor fue siciliano y pasó gran parte de su vida en Siracusa.
Tampoco resulta posible fijar con absoluta precisión los límites de su existencia, que oscilarían, no obstante, entre los años 528 y 431. Nació, en definitiva, en los últimos decenios del siglo VI y vivió muchos años, unos noventa según parece. Frecuentó la corte siracusana de los Dinomenidas en la época de su mayor esplendor: amigo y aun consejero político de Hierón fue entonces Simónides, quien llamó a Siracusa a su sobrino Baquílides; en 476 llegó también Píndaro a la ciudad, y hacia el 472 parece que debe situarse la fecha del primer viaje de Esquilo a Sicilia.
En la opulenta y próspera población, famosa por sus tiranos mecenas, Epicarmo fue el artífice principal del florecimiento dramático. El Léxico antes citado le atribuye, en efecto, el mérito de haber «hallado» la comedia en Sicilia. De sus Comedias (v.), divididas por los antiguos en diez libros, se han conservado numerosos títulos y unos trescientos fragmentos, integrados a menudo por breves citas que no permiten la reconstitución del argumento ni emitir un juicio sobre el arte singular del poeta.
Debido a la escasez de estos pasajes ni tan sólo resulta posible determinar la influencia del autor en los comediógrafos áticos. Ajeno a los ataques personales y a los cantos líricos, el arte de Epicarmo debió de ser, indudablemente, muy distinto del de aquéllos. La rapidez de la acción, el tono refinado y un carácter severamente sentencioso hicieron de este autor un gran poeta, hasta el punto de que Platón pudo considerarle el Homero de la comedia.
L. Marzo Raminella