Nació en Saint-Amand (Amberes) el 21 de mayo de 1855, y murió trágicamente, arrollado por un tren, el 26 de noviembre de 1916, en Rúan. Estudió en Bruselas y Gante con los jesuítas; sin embargo, no le atrajeron ni la carrera eclesiástica ni la probable sucesión a un tío suyo, propietario de una fábrica de aceite. En Lovaihá graduóse en Leyes el año 1881; como estudiante, había participado en la «Kermesse» y en las grandes borracheras cuyo eco puede hallarse en algunos pasajes realistas de su primera colección de poesías, Las flamencas (1883, v.). Luego de haber ejercido brevemente la abogacía en Bruselas, su intensa vocación literaria y las exhortaciones de Camille Lemonnier le indujeron al abandono de la profesión.
Fundó una revista de literatura, La Semaine; colaboró en La Jeune Belgique, y participó activamente en el movimiento artístico-literario, dirigido por Lemonnier, al cual se debe la creación de la moderna literatura belga en lengua francesa; junto con este autor y De Coster (v.), Verhaeren fue uno de sus principales representantes. La vida del poeta volvióse entonces anárquica e irregular, como la de los escritores en quienes la poesía se identifica totalmente con la existencia. Abandonada Bélgica y la llanura flamenca, de donde cantara las grises y místicas soledades y la tristeza vagamente alucinadora en sucesivas colecciones líricas, como Les moines (1886), Les soirs (1886), Los campos alucinados (1893, v.) y Villages illusoires (1894), conoció el vertiginoso tumulto de las ciudades modernas —París, Londres, Berlín —, en la contemplación de cuyas fábricas y movimiento se exaltó.
Esta experiencia dio lugar a uno de sus libros más notables de composiciones líricas, Las ciudades tentaculares (1895, v.), visión épicamente grandiosa y apocalíptica de la vida de las grandes metrópolis que señaló asimismo una franca modificación en los temas de la poesía de Verhaeren y la aparición de una lírica inspirada en una ávida y casi orgiástica participación en la existencia y en las cosas: Les visages de la vie (1899), Las fuerzas tumultuosas (1902, v.), La multiple splendeur (1907). Vuelto a Bélgica desde París, donde había vivido aislado junto a la ciudad, pasó normalmente el resto de la vida en una remota localidad desde la cual, en Toute la Flandre (1904-1909), fue evocando nuevamente la belleza de su tierra natal, llena de bondad y heroísmo. Siguieron Les heures du soir (1911) y Las mieses ondulantes (1912, v.).
Con carácter póstumo apareció Les ailes rouges de la guerre (1917), testimonio de su aversión a Alemania. Verhaeren es también autor de algunos dramas esencialmente líricos, entre los que cabe citar Les aubes (1898), Le cloître (1900), Philippe II (1901) y Hélène de Sparte (1912).
D. Mattalia