Nació en Marradi el 20 de agosto de 1885 y murió en Castel Pulci, cerca de Florencia, el 1.° de marzo de 1932.
Su futuro empieza a perfilarse en los años de la segunda enseñanza (1900-1903), y aparece como una serie de interferencias entre la vida real y la poesía. Algunos estudios desorientados aumentaron el malestar de un temperamento inclinado a la hipocondría, y el desequilibrio psíquico le obligó a recluirse temporalmente en un manicomio.
Siguió luego una época de relativa calma, el viaje a Sudamérica, del que pueden hallarse algunos vestigios en Cantos órficos (v.), y nuevos internamientos en instituciones para enfermos mentales. Este bordear las lindes de la locura provocó, sin embargo, una profunda maduración poética, debida también a asimilaciones culturales.
Durante sus permanencias en Francia, C. había establecido contacto con la gran pintura y los «manifiestos» de vanguardia y, al mismo tiempo, profesaba el culto a Nietzsche con tal rigor que llegó a denominársele, en broma, «sacerdote» suyo. Todos estos motivos se funden en la aparente incongruencia de una confesión íntima, que no actúa de manera recogida, sino a través de convulsivas erupciones de fragmentos pictóricos y sonoros.
En 1914, tras varios intentos de dar a la publicidad los Cantos órficos, trató de reunir los fondos necesarios para su impresión; luego se dedicó personalmente a la venta del libro, en una peregrinación que le llevó desde el centro de Italia hasta Suiza. En 1918 fue internado definitivamente. También compuso, además de la obra citada, Taccuino y Varié e frammenti.
G. Debenedetti