Nació en P’ing (Estado de Ch’ü) hacia el 338 y murió ahogado en el Mi-lo en torno al 285 a. de C. Es el primero de los grandes poetas chinos.
De tiempos anteriores a los suyos se conserva una colección de 305 canciones populares (v. Shih Ching) escogidas —según algunos— por Confucio, quien las habría interpretado alegóricamente y utilizado en sus enseñanzas morales. En realidad, el Libro de la Poesía era un repertorio al cual solía acudir el pueblo en busca de ideas líricas para solazar su dura vida y hacerla menos triste y monótona.
Con Ch’ü, en cambio, la poesía dejó el anonimato y adoptó formas personales, aun cuando siguiera fundándose en la inspiración popular y en la tradición. Nuestro autor pertenece al período situado entre la muerte de Confucio (siglo V a. de C.) y la unificación del Imperio (siglo III a. de C.), o sea la época de las luchas hegemónicas de los Reinos Combatientes (Chan Kuo), agitada por guerras, estragos, intrigas cortesanas y ambiciones y celos de los señores feudales. Sus admirables poemas reflejan perfectamente este mundo, tan variado e interesante.
Ch’ü había nacido en el seno de una de las grandes familias descendientes del rey Wu (740-690). Nada cierto se sabe acerca de su juventud. Ya hombre maduro, fue leal ministro de la corte de Ch’ü y, bajo el monarca Huai, director de la Multitud de Izquierda, o sea uno de los Grandes Consejeros del Príncipe.
Calumniado por el Gran Oficial Shang Kuan, el soberano, para deshacerse de él, le envió como embajador al rey de Ch’i (el actual Shantung) a fin de negociar una alianza contra los Ch’in occidentales (en el Shen- si de nuestros días); pero la noticia de la derrota de Lan-tien (342), recibida cuando se hallaba en Lin-tse, le hizo abandonar toda esperanza de éxito, por lo que se volvió a Ch’u sin haber logrado nada.
Según parece, gracias a la importancia de su linaje siguió viviendo en la corte, aun cuando sin cargo alguno. Más tarde, una sátira contra el rey Huai, el sucesor Ch’ing Hsiang y, singularmente, el hermano de éste último, provocó la expulsión de Ch’ü (297), el cual se retiró al sur del río Azul, junto al afluente Hsiang y a orillas del Mi-lo.
Allí pasó todavía unos diez años, entregado a la composición de versos; triste y amargado, desapareció hacia el 285. Se le atribuyen los Nueve cantos [Chiu Ko], Li Sao (v.), Alejado y errante [Yu Yuan], Nueve disertaciones [Chiu Chang] y otras obras menores. El Li Sao, escrito en los primeros tiempos de su destierro, es el texto que le ha valido la inmortalidad; es una elegía al infortunio de un poeta — el propio Ch’ü — e introduce por vez primera en la historia de la poesía china un matiz de lirismo que renueva su inspiración, sustancia y forma.
Nuestro autor no era «chino» (la crítica nativa ha demostrado que este lenguaje no fue el materno del poeta); posiblemente, como imitación de la poesía de su país, creó un nuevo género de poema, con extensas descripciones en versos de ritmo libre: un magnífico «stil nuovo» del cual se originaron el «Fu» (prosa rimada) y el «Tz’u» (rapsodia o soneto).
La alusión en el Li Sao a su trágico fin en el Mi-lo dio origen a la Fiesta del Dragón, que todavía hoy se celebra el día 5 del quinto mes con regatas en los ríos: barcas en forma de dragón zigzagueantes se mueven por el agua iluminadas con linternas multicolores en busca del cadáver del poeta, mientras se comen ciertos budines de arroz aglutinado envuelto en hojas de bambú, algunos de los cuales se echan al río para alimento del espíritu del escritor. El Li Sao ha sido traducido a diversas lenguas.
B. Fedele