Nació en Paris el 12 de enero de 1628 y murió en la misma capital el 16 de mayo de 1703. Educado en el colegio de Beauvais, se aficionó grandemente a la literatura desde su mocedad. Compuso durante sus años de colegio una Enéide travestie agradable, juntamente con su amigo Baurin y con sus hermanos, Claude, que sería médico y arquitecto, y Nicolás, futuro teólogo. Abogado del foro de París en 1651, obtuvo luego diversos cargos administrativos y gubernativos. De 1654 a 1664 estuvo empleado en la administración de la Recaudación general de Hacienda, dirigida por su hermano Pierre, bajo Colbert, protector de la familia. Perrault fue más tarde inspector general de la Superintendencia de las Construcciones reales, miembro de la comisión encargada comisióntar inscripciones en los monumentos públicos (que más tarde se convertirá en la Academia de Inscripciones), miembro en fin de la Académie Française (1671). Mientras tanto, frecuentaba los salones, haciéndose apreciar por su «sprit» y por su amabilidad, y fundaba con Costar y Pinchesne un grupo de amigos literatos a los que se unió durante algún tiempo Mme. de la Suze, la sentimental poetisa. Fue precisamente hacia esta época (1660) cuando escribió Perrault las poesías tituladas Le miroir ou La métamorphose d’Orante y La chambre de la justice d’amour.
Apenas recibido en la Academia, tomó parte muy activa en sus deliberaciones: Colbert le había confiado oficiosamente la misión de apoyar en el campo literario la política de prestigio con la que reforzaría y ampliaría la autoridad de la monarquía; Perrault fue ayudado en aquella misión por el poeta oficial Chapelain. Propuso una reforma en la organización de la Academia y en el nombramiento de sus miembros: a partir del 13 de enero de 1672 las sesiones fueron públicas. Pero, pese a que trabajara mucho y a que fuera apoyado de un modo poderoso, Perrault se atrajo la enemistad de otros grupos, en especial de Boileau y sus seguidores. La polémica se inició cuando leyó Perrault el 27 de enero de 1687 en la Academia un poema, más bien mediocre, titulado El siglo de Luis el Grande (v.), en el que sostenía la superioridad de los escritores modernos sobre los antiguos; Perrault replicó a Boileau, Eacine y otros, que ridiculizaron el poema, remachando y explicando sus teorías en Comparación entre antiguos y modernos (1688 y 1697, v.).
Sus preferencias, que le hacían anteponer Quinault a Racine y Lebrun a Rafael, levantaron una gran controversia que se convirtió en la famosa «querelle des anciens et des modernes», en la que Boileau se declaró campeón de los antiguos y defensor de sus amigos contemporáneos; a sus sarcásticas Réflexions sur Longin, contestó Perrault con una Apologie des femmes (1694). La polémica continuó incluso después de la reconciliación de los dos jefes de grupo (1700), y la teoría según la cual las artes no dejan nunca de perfeccionarse a través de una revolución de carácter científico anima la Digresión sobre los antiguos y los modernos (v.) de Fontenelle. Cuando se apartó de esta polémica, que puede considerarse casi la polémica del siglo, publicó Perrault. Les hommes illustres qui ont paru en France depuis ce siècle, avec leurs portraits en nature (1696-1700), obra biográfica en dos volúmenes, de poco valor, pero ilustrada con hermosos grabados. En 1697 publicó la obra a la que debe su celebridad: Historias y relatos de antaño. Cuentos de tía Ansarona (v.).
Pensando que era poco serio que la obra apareciera con su nombre, publicó con el de su hijo esta colección de cuentos en verso y en prosa, nacida con la modesta pretensión de divertir a los muchachos, pero que estaba destinada a conquistar, con su feliz ingenuidad, con su sabroso y sencillo estilo, a un público europeo, y a tener un número prodigioso de ediciones, así como a captar la atención y exaltar la fantasía de escritores como los hermanos Grimm, Tieck y Maeterlinck, que hicieron de ella transcripciones y arreglos. Los cuentos más populares, y quizá también los más bellos, como Barba Azul (v.), La bella durmiente del bosque (v.), La Cenicienta (v.), han sido a menudo puestos en música por Rossini y Offenbach, por Dukas y Bartok. Las demás obras de Perrault tienen un interés muy secundario: Saint Paulin (1686), Le cabinet des Beaux-Arts (1690), colección de grabados, La Marquise de Salusse ou La patience de Griselidis (1691), Adam ou La création de l’homme (1697). Perrault escribió también una comedieta en tres actos, L’oblieux, que no se publicó hasta 1868. Sus Mémoires (1755) contienen un riquísimo material de información sobre la obra del ministro Colbert.
F. Séguret