Nació en 1658 en el castillo de Saint- Pierre-Église, en La Manche, y murió en París en 1743. Estudió en Caen, primeramente Ciencias físicas y naturales, y más tarde Filosofía y Teología. Sin embargo, su principal afición le orientó durante mucho tiempo hacia las cuestiones económicas, políticas y sociales. Por la audacia de su pensamiento y de sus proposiciones de reforma fue juzgado recelosamente por sus contemporáneos, quienes le consideraron, a lo sumo, como un utopista. Llegado a París hacia 1686, empezó muy pronto a relacionarse con Varignon y Fontenelle; en 1695 ingresó en la Academia de Francia, y luego vivió de un pequeño empleo en la corte. Estuvo con Polignac en el Congreso de Utrecht, y en 1712 publicó la primera de sus obras principales: Mémoires pour rendre la paix perpétuelle en Europe. A ella siguió el año siguiente Proyecto de paz perpetua (v.), valerosa profesión de fe pacifista en una época de cruenta rivalidad entre los monarcas reinantes; en dicho texto el autor pronostica la aparición de lo que hoy denominaríamos una federación europea, destinada singularmente a la preservación de la paz a toda costa.
En ciertos aspectos esta obra aparece vinculada a la ideología de Leibniz, quien conoció pronto el libro y escribió acerca del mismo unas Observaciones, que figuran en el tomo cuarto de la edición Foucher de Careil (1862) de sus obras. Sin embargo, la entrega de Saint-Pierre, con fe y ardor, al servicio del ideal de una paz general y duradera — en 1717 habría de publicar todavía Pro jet de paix perpétuelle entre les Souverains chrétiens — no le llevaría a olvidar la relación existente entre la situación interior de cada estado y la de toda Europa. Fallecido Luis XIV, fue uno de los primeros que iniciaron una rigurosa crítica del absolutismo; su Discours sur la polysynodie (1718), en el cual aparecen duramente censurados algunos de los actos fundamentales del difunto monarca, fue considerado al principio escandaloso y le valió la expulsión de la Academia. En adelante, empero, Saint-Pierre permaneció resueltamente junto a Fontenelle y Montesquieu, como apasionado partidario y propagandista de las teorías de Vauban y del abate Alary, o sea de quienes propugnaban un plan de reformas destinado a la consecución de la justicia social y, por lo tanto, de una verdadera pacificación.
Miembro del Club de l’Entresol, cuyos socios se ocupaban singularmente de cuestiones económicas, y los debates del cual se hallan consignados en el diario del abate de Choisy, Saint-Pierre defendió la importancia de la agricultura en la economía francesa y el trabajo como única fuente de prosperidad. La característica principal de su labor es la fe en el progreso y en la razón. La ideología del autor que nos ocupa, ajena a la utopía, aparece perfectamente situada en el conjunto de los intereses de la Ilustración, y en la misma trayectoria que habría de llevar a las formulaciones de un Condorcet. Voltaire, quien, sin embargo, consideraba al abate más bien utopista que «philosophe», hizo, no obstante, de él un bello elogio en El siglo de Luis XIV (v.).
G. Natoli