Nació en Almendralejo (Extremadura) el 12 de diciembre de 1823 y murió el 15 de enero de 1911 en su villa de Mitra, cerca de Lisboa.
Los primeros tiempos de su existencia se vieron ensombrecidos por varias desventuras, y ya a los cuatro años hubo de trasladarse con su familia a Badajoz, porque el abuelo, que había desempeñado importantes cargos políticos, fue víctima de los odios de partido.
Pronto alternó las labores caseras con los estudios literarios y cuando contaba únicamente trece años publicó la oda La Palma (v. Poesías), elogiada por Espronceda en un soneto famoso. En 1843 su nombre había aparecido ya en los periódicos de España, Cuba y los Estados Unidos, y la poetisa era miembro del Instituto Español y de varias sociedades culturales del país.
En 1844 difundióse, por error, la noticia de su muerte: los diarios salieron de las prensas con orlas negras, y los literatos más ilustres dedicaron a la poetisa emotivas palabras de elogio. En 1848 la autora se trasladó a Madrid; allí el Liceo le dedicó una sesión, en el curso de la cual le fue ofrecida una corona de laurel. Poco después contrajo matrimonio con el diplomático norteamericano J. H. Perry; su casa de la calle Lagasca se convirtió en el centro de la vida literaria madrileña y acogió a varios refugiados políticos, perseguidos tras el fracaso de la revolución de 1866.
Fue éste el período más brillante de su existencia, que pudo considerarse prácticamente cerrado cuando empezó a acompañar al marido en sus peregrinaciones diplomáticas. Vivió muchos años fuera de España, adonde volvió en 1873. Tras la muerte de su esposo y de una de sus hijas, retiróse, en medio de una triste soledad, a su quinta de Mitra, donde falleció.
La poesía de C., no siempre artísticamente cuidada, ofrece momentos de intensa emoción amorosa (como sucede, por ejemplo, en su obra maestra El amor de los amores), expresada con una delicada sensibilidad que recuerda a Bécquer. Entre sus mejores textos poéticos figuran La rosa blanca y el grupo de composiciones líricas A Alberto. Escribió también obras para el teatro, jamás representadas (Petrarca, El divino Figueroa, etc.), novelas (Paquita, Luisa Sigea, etc.) y recuerdos de viaje.
P. Raimondi