Nació en Potsdam el 10 de diciembre de 1804, en el hogar de un rico negociante, y murió en Berlín el 18 de febrero de 1851. Poseedor de un vivo ingenio, mientras sus compañeros repetían los teoremas elementales se entregaba en la escuela, para alejar el aburrimiento, a la lectura de la Introducción al análisis de los infinitos (v.) de Euler. En la Universidad de Berlín dividió su tiempo entre los estudios filológicos y las matemáticas, y, aun cuando llevara a cabo la primera de ambas actividades con gran brillantez, se decidió por la segunda, y trabajó en las memorias originales de Euler, Lagrange y Laplace. La tesis doctoral le valió la atención de las autoridades académicas, que a los veintiún años le nombraron profesor libre en Königsberg.
Aquí trabó amistad con el gran astrónomo Bessel, y, mediante la fundación, debida a Crelle, del Journal für reine und angewandte Mathematik [Diario de matemáticas puras y aplicadas], pudo publicar poco a poco sus memorias. A fines de 1827 llegó a profesor extraordinario, y algo más tarde a catedrático. Entregado al estudio de las funciones elípticas tras su conocimiento en los trabajos de Legendre, publicó sus primeras investigaciones en el libro Nuevos fundamentos de la teoría de las funciones elípticas (1829, v.). Realizó un viaje a París, donde se relacionó con Legendre, Poisson, Fourier y otros matemáticos, y en 1842 fue enviado a Londres con Bessel como representante de Alemania en un congreso científico. Al regreso empezaron a manifestarse en él los primeros síntomas de una grave enfermedad.
Una ayuda del gobierno le permitió dirigirse a Roma, donde la suavidad del clima favoreció su salud. Gracias a ello reanudó sus actividades. Vuelto a la patria, fue trasladado a Berlín, y allí falleció víctima de un ataque gripal. A J., como a Abel, se debe el establecimiento de la teoría de las funciones elípticas; sin embargo, además de las numerosas memorias consagradas a tal materia, llevó a cabo importantes investigaciones geométricas sobre las curvas y superficies algébricas, las cuádricas y sus geodéticas, y aportó notables contribuciones a las ecuaciones diferenciales, a la dinámica de los sólidos y a la mecánica celeste.
A. Natucci