(Santa Brígida de Suecia). Nació cerca de Norrtalje, probablemente en 1303, y murió en Roma el 23 de julio de 1373. Pertenecía a una de las más ilustres y piadosas familias de Suecia: su padre, Birger P., era un gran personaje, su madre estaba emparentada con la familia reinante de los Folcungos. Casada por motivos políticos con Ulf Gudmarsson, de dieciocho años, de quien tuvo ocho hijos (entre los cuales Catalina, canonizada más tarde por la Iglesia de Roma), escogió como confesor a Magister Matthias, canónigo de Linkoping, ya conocido por un comentario al Apocalipsis, y tuvo amistad con hombres como Nicolaus Hermansson, más tarde obispo de Linkóping, el prior Petrus de Alvastra y el prior de la Casa del Espíritu Santo, Petrus de Skenninge. Estos dos últimos fueron luego sus biógrafos y fijaron por escrito las revelaciones de la Santa (v. Revelaciones). Después de algún tiempo pasado en la corte de Magnus, que había contraído matrimonio, en 1335, con Blanca de Namur, emprendió con Ulf la tradicional peregrinación a Santiago de Compostela (1341-1343).
Al pasar por Alemania y Francia, pudo conocer de cerca los grandes problemas políticos de la época: la lucha entre el pontificado y el Imperio, la guerra de los Cien Años y la cautividad de los pontífices en Aviñón. En el camino de regreso, la grave enfermedad que contrajo Ulf les pareció a ambos una señal de la voluntad divina y una invitación a la vida claustral. Ulf se retiró, en efecto, al convento de Alvastra, donde murió antes de pronunciar los votos en 1344. Birgitta se recluyó en la meditación religiosa. A estos años corresponden los éxtasis y las revelaciones. Birgitta propugnó una radical reforma de la Iglesia, no excluyendo de sus censuras ni siquiera a Clemente VI, combatió la cautividad de Aviñón y proyectó una nueva Orden conventual con sede en Vadstena, para la cual recibió grandes donaciones reales. A fin de obtener el reconocimiento de la Curia, y atraída también por el Jubileo de 1350, abandonó Suecia en dirección a Roma, en compañía de su hijo Birger, de Pedro de Alvastra, de Pedro de Skenninge y de otros; y en Italia pasó 23 años, dedicada a estudios, meditaciones, obras piadosas y peregrinaciones.
En 1370, obtuvo de Urbano V, si no el reconocimiento de la nueva Orden, sí el permiso de fundar en Vadstena un convento agustiniano para frailes y monjas. Dos años después partió en peregrinación a Tierra Santa, donde su hijo Birger fue ordenado caballero del Santo Sepulcro. De vuelta en Roma, enfermó gravemente y murió allí el año siguiente. Sus restos fueron trasladados al convento de Vadstena; fue canonizada por Bonifacio IX el 7 de octubre de 1391.
M. Gabrieli