Nació en una familia proletaria de Budapest el 11 de abril de 1905 y murió en Balatonszárszó el 3 de diciembre de 1937. Su madre, abandonada por el marido, mantuvo a los hijos trabajando como lavandera. El joven J., siquiera desde niño hubiese de ganarse la vida como guardia rural, dependiente de pastelería, vendedor ambulante de periódicos y mozo de una embarcación del Danubio, consiguió realizar en Makó los estudios secundarios, y, a los diecisiete años, diose a conocer con un volumen de poesías (El mendigo de la belleza, 1922). Era ya poeta célebre cuando se matriculó en la Universidad de Szeged, donde, en 1925, apareció su segundo libro: No soy yo quien debe clamar. Lloraba entonces, en efecto, no sólo su propia miseria, sino también los sufrimientos de toda su clase: de pobre huérfano ávido de un poco de belleza y bondad se había convertido en proletario consciente y en voz dolorosa de los desheredados.
A causa de una de sus composiciones, juzgada antipatriótica y subversiva, hubo de abandonar la Universidad/ Ello indújole a reanudar su existencia errante; en Viena, París y Budapest tuvo ocasión de conocer de cerca la teoría y la práctica del marxismo, y en sus versos (publicados en Nyugat y en las dos revistas por él fundadas, y reunidos luego en cinco tomos) fueron multiplicándose los motivos de polémica y combate: acusaciones contra el estado social del país, crueldad del capitalismo, etc. (v. Noche de arrabal). Sin embargo, su nervio poético resultó más fuerte que sus intentos de político, y, en tanto como lírico de indiscutible mérito artístico fue ampliamente apreciado (en 1932 recibió un alto galardón literario), viose negado incluso el apoyo moral de los comunistas. Este último desengaño contribuyó, sin duda, a intensificar la lucha íntima del poeta, quien, enfermo, cansado y desilusionado, se quitó la vida echándose, en un acceso de desesperación, bajo las ruedas de un tren.
E. Várady