Nació en Lyon el 29 de junio de 1900 y murió en el curso de una misión aérea sobre Francia, ocupada por los alemanes el 31 de julio de 1944, luego de haber despegado de Borgo (Córcega). La infancia, pasada tras la muerte del padre en la propiedad de una tía, en Saint-Maurice de Rémens, y junto a la abuela materna, en el Var, fue para Saint-Exupéry una época feliz, que cuando adulto, en los momentos difíciles de la existencia, acudía a su memoria con un sabor nostálgico. Esta añoranza de la niñez le indujo a la composición de una pequeña obra maestra de la literatura infantil, El pequeño príncipe (v.). Formóse en algunos colegios de Francia y Suiza, y no pudo superar los exámenes requeridos para el ingreso en la Escuela Naval. Se matriculó como alumno de arquitectura, y en 1919 cumplió el servicio militar en la aviación, en Estrasburgo. Abandonada la idea de una carrera como piloto de guerra, emprendió diversas actividades, y en 1926 ingresó en la sociedad de aviación Latécoére.
En 1927 aseguró con un grupo de aventureros del aire los servicios postales Toulouse-Casablanca y Dakar-Casablanca. Destinado por dieciocho meses a una peligrosa misión en Cabo Juby (Río de Oro), escribió aquí su primera novela Courrier Sud (1928). En 1929 reanudó el servicio de Sudamérica. Esta nueva experiencia, y el accidente sufrido en la travesía de los Andes por un colega a cuyo salvamento colaboró, le inspiraron Vuelo de noche (1930, v.), obra que fue publicada con un prólogo de Gide y le valió el premio Fémina. En 1934 pasó al servicio de propaganda de la nueva compañía «Air France», y llevó a cabo una misión en Saigón. Estuvo, asimismo, en Moscú y en España, como enviado de algunos periódicos. En diciembre de 1935 intentó la travesía París-Saigón en un «Simoun»; hubo de efectuar un aterrizaje forzoso en el desierto a 200 kilómetros de El Cairo, y fue salvado, junto con un compañero suyo, por una caravana, tras cinco días de penosa marcha.
Otro vuelo Nueva York-Tierra del Fuego, emprendido en 1937, acabó en Guatemala con un grave accidente, el peor de cuantos le ocurrieron, que dejó destruido el aparato y ocasionó a Saint-Exupéry una conmoción cerebral y numerosas fracturas de las que nunca sanó completamente. En el curso de la convalecencia terminó Tierra de los hombres (v.), libro formado por varios textos sueltos y artículos, que en 1939 recibió el gran premio de novela de la Academia Francesa, y, traducido al inglés, fue, en los Estados Unidos, un «best seller». Al iniciarse el segundo conflicto bélico mundial nuestro autor, movilizado en Toulouse, viose destinado a Saint – Dizier, al grupo de reconocimiento 2/33. Una misión de este carácter sobre Arras por él llevada a cabo el 22 de mayo de 1940, le inspiró Piloto de guerra (v.). Desmovilizado, tras la derrota de Francia en el África del Norte, marchó a Nueva York, donde residió hasta 1943.
El año anterior publicó en los Estados Unidos con gran éxito Pilote de guerre bajo el título Vuelo hacia Arras [Fligth to Arras]; impreso asimismo en 1942 en Francia previa la censura de sólo cuatro palabras — «Hitler es un idiota» —, el libro fue prohibido luego, en 1943, por los invasores. Igualmente en Nueva York publicó este mismo año Lettre á un otage y Le petit prince. Tras el desembarco aliado en el África septentrional logró, después de numerosas dificultades, unirse a su antiguo grupo 2/33, reconstituido bajo el mando norteamericano y destinado a L’Alguer, en Cerdeña. Aun cuando por su edad no tenía ya derecho a ser admitido al vuelo, consiguió, no obstante, el permiso para el desempeño de cinco misiones. En julio de 1944 el grupo 2/33 fue trasladado a Borgo, en Córcega. Saint-Exupéry había llevado ya a cabo ocho acciones en lugar de las cinco previstas. El 31 de julio realizó su última misión, obtenida por favor y de la que no iba ya a regresar.
Fruto de un ardiente amor a la aviación, la obra literaria de este autor está informada por su idea heroica del hombre moderno, superior a cualquier retórica del heroísmo. La parte más débil de aquélla, La ciudadela (v.), por ejemplo, texto aparecido póstumo en 1948, ofrece, en cambio, un contenido teórico – simbólico, inspirado en una viril y escueta concepción de la vida. Ello infunde a muchas de sus páginas, que parecen vagas y prolijas, un carácter casi de mensaje espiritual procedente de los espacios celestes y destinado a la tierra de los hombres.
L. Herling Croce