Johann Gustav Droysen

Nació el 6 de ju­lio de 1808 en Treptow y murió el 19 de junio de 1884 en Berlín. Perteneció al período más propicio para la realización de las aspira­ciones nacionales, y de él cabe afirmar que unió ciencia y política.

Los primeros años de su existencia transcurrieron entre las pa­siones provocadas por la lucha destinada a librar a Prusia del poder de Napoleón; su padre, predicador de la guarnición local, le inculcó el sentimiento de la Gran Alema­nia. En 1835, a los veintisiete años, es lla­mado por la Universidad de Berlín a con­secuencia de su obra Historia de Alejandro Magno [Geschichte Alexanders des Grossen, 1833], posiblemente uno de sus textos mejo­res en cuanto a capacidad para comprender la misión histórica del héroe.

Dedicóse lue­go al estudio del helenismo (v. Historia del helenismo, en el que veía precisamente, contra la opinión tradicional, no tanto una época decadente como el principio de una nueva edad tránsito de la civilización griega a otra de carácter más amplio; y así, pu­blicó en 1836 la Historia de los sucesores de Alejandro [Geschichte der Nachfolger Alexanders], y en 1843 la Historia de la for­mación de los reinos helenísticos [Geschich­te der Bildung des hellenistichen Staaten- system].

Mientras tanto, seguía estudiando la aparición en la historia del problema que juzgaba fundamental: la constitución de un sistema político unitario. Su ideal era, en este aspecto, el Estado macedonio, que po­día ser casi una representación del alemán, por el cual él mismo luchaba. Éste, en rea­lidad, no iba a formarse por una espontá­nea y libre decisión de los estados particu­lares, sino, hasta cierto punto, gracias a la labor de conquista llevada a cabo por Pru­sia.

Ello justifica la marcada importancia que Droysen asigna, dentro de la historia, al mo­mento de la fuerza, contrariamente a la tradición del humanitarismo abstracto, de origen francés. Con ello su pensamiento re­sulta otra forma de reacción frente al cri­terio cultural procedente de Francia que en el siglo pasado pareció necesaria incluso a hombres de otros países para la afirma­ción de los derechos de la propia naciona­lidad.

Sin embargo, aun cuando ajeno al liberalismo, no cayó nunca en la postura reaccionaria romántica que soñaba en un regreso anacrónico al Sacro Imperio Ro­mano medieval: se lo impedían su viva con­ciencia de la patria alemana y asimismo su formación luterana y hegeliana. En 1840 fue llamado por la Universidad de Kiel, donde participó en las luchas que los duca­dos de Schleswig y Holstein llevaban a cabo en favor de su anexión a Prusia.

En 1846, en el momento crítico de tales aspiraciones, compuso las Lecciones sobre la guerra de liberación [Vorlesungen über die Freiheits­kriege], y algunos años más tarde, en 1850, publica un libro que contribuye decisiva­mente a difundir por toda alemania la con­veniencia de apoyar a los habitantes de am­bos ducados en su resistencia a las preten­siones de Dinamarca respecto de ellos: Los ducados de Schleswig-Holstein y el reino de Dinamarca desde el año 1806 [Die Herzoghtümer Schleswig-Holstein und das Kö­nigreich Dänemark seit dem Jahre 1806], Elegido diputado del Parlamento de Franc­fort en 1848, los episodios de este año y del siguiente fortalecieron su opinión, según la cual el problema de alemania sólo podía ser resuelto por Prusia; al mismo tiempo, la doctrina de la fuerza asumió en él una mayor intensidad.

Todas estas ideas y tendencias quedaron expresadas en sus obras sucesivas Aportaciones a la historia recien­te de alemania [Beiträge zur neuesten deutschen Geschichte, 1849], Vida del feld­mariscal conde York de Wartenburg [Das Leben des Feldmarschalls Grafen York von Wartenburg, 1851-52] y, singularmente, la Historia de la política prusiana (1855-86, v.).

En 1859, después de haber enseñado en Jena desde 1851, fue llamado a Berlín y siguió alternando los estudios que habían de ser­vir para la lucha política con los de carác­ter teórico; entre estos últimos cabe citar el Sumario de historia [Grundriss der His­torie, 1868], en el que resumió sus expe­riencias concretas de historiador.

F. Catalano