Nació en Laval el 8 de septiembre de 1873 y murió el 1.° de noviembre de 1907 en París. Abandonada su provincia bretona todavía niño y llegado a la capital, la ciudad de aquellos años coloreados de «simbolismo» en pintura y poesía prodigóle una buena acogida: tales eran el atractivo y la apostura del «indiano», como se le solía llamar por sus largos cabellos dispuestos en torno a un rostro luminoso y de ojos negrísimos. Frecuentó a los poetas simbolistas, en particular a Léon-Paul Fargue; al mismo tiempo, seguía los cursos de Bergson en la Sorbona y, muy culto en cualesquier arte o ciencia y en lenguas vivas y muertas, escribía poesías y artículos para la Revue Blanche, el Mercure de France y otras revistas (él mismo fundó una, L’imagier).
Vio en el simbolismo el mismo sentido que le diera Rémy de Gourmont: «Symbolisme se traduit littéralement par le mot liberté, et, pour les violents, par le mot anarchie». No debe, por lo tanto, extrañarnos que el citado clima de extenuadas finuras diera lugar a Ubù rey (v.), la gran farsa a la cual ha quedado unido para siempre el nombre de J. La primera y tempestuosa representación, el 10 de diciembre de 1896, y las polémicas suscitadas en torno a la obra: llevaron inesperadamente a la fama al joven autor, que en adelante fue «le père Ùbu». Su personaje revivió en otras diversas obras, Almanach du Père Ùbu (1899), Ùbu enchaîné (1900), Ùbu sur la butte (1901), y J. permaneció solo con aquel risible soberano, a quien nadie perdonaba su simbólica verdad. Célebre, pues, y, sin embargo, rechazado, el poeta se lanzó a escribir; pero, al mismo tiempo, fue dejándose agotar poco a poco por el alcohol y consumióse en la imposibilidad moral de ceder y aceptar una vida encauzada en los márgenes de la vulgaridad.
Terminado pronto el escaso dinero paterno, y perdida, por la supresión de la revista, la colaboración fija en la Revue Blanche, no tuvo más remedio que afrontar la miseria, el hambre y el hospital, donde acabó sus días con una vaga lamentación por la existencia no vivida, sentimiento expresado en una carta suya en la que, por vez primera, devuelve a lo humano una vida que poseyó el temple del acero y la transparencia del hielo.
G. Veronesi