Alessandro Volta

Nació el 18 de febrero de 1745 en Como, donde murió el 5 de marzo de 1827. Ya cuando joven mostró una gran afición al estudio de los fenómenos natu­rales. Estudió en el colegio de jesuítas de su localidad natal, y, en oposición a sus pa­dres, quienes le querían abogado, y a los maestros, que pretendían llevarle al estado religioso, abandonó los estudios regulares y emprendió por su cuenta el cultivo de la Física. A los dieciocho años mantenía ya correspondencia con los principales electrólogos europeos. De 1765 a 1769, con la ayu­da de su amigo Guilio Cesare Gattoni, sacer­dote, dedicóse particularmente al estudio de los fenómenos eléctricos, que interpretó de manera muy personal.

En 1767 escribió acer­ca de algunas observaciones e ideas de aqué­llos a Giovan Battista Beccaria, profesor de Turín, quien no las aprobó. Volta replicóle entonces con su primer texto impreso, De vi attractiva ignis electrici ac phaenomenis inde pendentibus (v. Obras de Volta), que cabe considerar el germen de toda la doc­trina eléctrica de nuestro autor. La forma­ción autodidáctica a la cual nos hemos re­ferido produjo en 1775, como primer gran invento, el «electróforo perpetuo», aparato que despertó una considerable admiración. Mientras tanto, los méritos de Volta como físico eran reconocidos con su nombramiento de profesor de Física experimental en su ciu­dad natal. Además de los estudios sobre la electricidad había empezado a cultivar, ha­cia 1775, los de carácter químico referentes a los «aires» (lo que hoy denominamos ga­ses).

En noviembre de 1776 descubrió y recogió en el lago Mayor el «aire inflamable nativo de los pantanos», o sea el metano, y a continuación estudió la combustión de meadas de aire común con este gas o bien con «aire inflamable metálico» (hidrógeno). Luego investigó acerca del mismo fenómeno en recipientes cerrados. En 1777 descubrió la proporción (de uno a dos) de los volú­menes de «aire desflogistado» (oxígeno) y de hidrógeno, necesaria para la combustión. En 1778 fue nombrado profesor de la Uni­versidad de Pavía. Precisamente con el em­pleo de su método de las explosiones en ambientes cerrados, Monge le arrebató en 1783 la gloria de la síntesis del agua.

Du­rante el período 1776-1789 dedicóse también a la metrología eléctrica; y, así, encontró la relación entre capacidad, carga y «ten­sión» de un conductor solitario, construyó electroscopios de notable sensibilidad, ideó el «aparato amplificador» o «condensador» que luego recibió su nombre, estableció varios e ingeniosos métodos de comparación entre electrómetros diversamente sensibles, preparó las «medidas absolutas» de las ten­siones, propuso la adopción de un electró­metro muestra, y definió el «grado funda­mental» de tensión. Todos estos trabajos, en gran parte referidos en Lettere sulla me­teorologia elettrica, permiten considerar a Volta fundador no sólo de la metrología eléc­trica sino también de la meteorología, cien­cia a la cual se hallaban vinculados muchos de tales estudios.

Las investigaciones publi­cadas en 1793 con la memoria Dell’uniforme dilatazione dell’aria son esencialmente dis­tintas de las de Gay-Lussac de 1802, por cuando éste se limitó a determinar única­mente la dilatación total en el intervalo de las temperaturas del hielo en fusión y del agua en ebullición sin emplear ningún ter­mómetro ni estudiar grado por grado las variaciones ocurridas. En 1791 Galvani comu­nicó a la Academia de Bolonia los resulta­dos de algunas investigaciones suyas sobre fenómenos que atribuía a una electricidad «animal» propia de los cuerpos orgánicos; ello fue publicado en 1792 en el texto De uiribus electricitatis in motu musculari commentarius (v. Fuerzas eléctricas en el mo­vimiento muscular).

Volta llevó a cabo diversos experimentos acerca de los fenómenos com­probados por Galvani, y tras su entusiasmo inicial, empezó a dudar de ellos y a consi­derarlos efecto de una excitación provocada en los nervios por la electricidad común; posteriormente creyó que en las experien­cias de Galvani debía buscarse el origen de las corrientes eléctricas en la diferencia de los metales, y así lo expuso en los dos textos Memoria seconda sull’elettricità ani­male y Alcune nuove proprietà del fluido elettrico, aparecidos en 1792. Situado en este campo, a través de la comparación entre metales distintos ordenó el conjunto de és­tos de acuerdo con una «escala» —denomi­nada luego de Volta — en relación con su capa­cidad de actuación sobre el fluido eléctrico en uno y otro sentidos («absorbiéndolo» o «alejándolo»). Entonces, Galvani y sus par­tidarios procuraron contradecir tal criterio mediante nuevos experimentos sin objetos metálicos de ninguna clase; no obstante, Volta, por toda respuesta, limitóse a generalizar su principio mediante la afirmación de la existencia de un desequilibrio eléctrico en cualquier contacto heterogéneo, metálico o no; y, hacia 1796-97, con el empleo de sus electroscopios y de su condensador, com­probó experimentalmente el desequilibrio eléctrico, que llamó «tensión», existente en­tre dos metales distintos cualesquiera.

Este descubrimiento fundamental le indujo a tra­tar de conseguir la multiplicación de tales desequilibrios mediante oportunas cadenas de conductores en contacto. En el curso de las investigaciones que llevó a cabo por espacio de tres años pudo comprobar una serie de propiedades que le permitieron la construcción de la primera pila eléctrica (1799). El invento fue hecho público en la célebre carta enviada el 20 de abril de 1800 a Joseph Banks, presidente de la «Royal Society» de Londres, y su relación apare­ció en las Philosophical Transactions de tal entidad bajo el título On the Electricity excited by the mere Contad of conducting Substances of different Kinds. En noviem­bre de 1801, Volta, invitado a París por la Aca­demia de Francia, expuso allí sus experi­mentos y leyó la Memoria sull’identitá del fluido elettrico col cosí detto fluido galvá­nico; ello fue un verdadero triunfo, que, sin embargo, no alteró la bondadosa sere­nidad del ilustre científico.

Descubierta la pila, toda la actividad del inventor se orien­tó hacia el estudio de sus propiedades estric­tamente eléctricas. Entre los resultados en­tonces obtenidos figura el descubrimiento comunicado en 1808 a Von Marum: en un circuito alimentado por una pila, la «rapidité» (o sea lo que hoy llamaríamos inten­sidad) de la corriente es proporcional al número de grupos pares de elementos que integran el aparato, es decir, a la tensión eléctrica en los extremos de éste; a igual­dad de tensión la «rapidité» varía en razón directa de la «liberté ou facilité du passage», o sea de la conductividad del circuito; las modificaciones de esta «liberté», en fin, son directamente proporcionales a la sección e inversamente a la longitud del conductor que cierra el circuito.

El citado conjunto de pro­piedades resulta, en realidad, un anticipo de la ley que veinticinco años después des­cubriría Ohm, y es la última de las con­quistas efectuadas por Volta en el ámbito de los fenómenos físicos que le revelara el des­cubrimiento de Galvani. Hombre excepcio­nal por cultura, amplitud de juicio, vigor de ingenio, fuerza dialéctica, habilidad ex­perimental, rectitud moral y fe religiosa, el sabio falleció admirado y llorado por todo el mundo de la ciencia, y legó a la posteri­dad el claro ejemplo de su vida y el gran beneficio de su obra.

G. Polvani