Nació en Valladolid el 28 de febrero de 1697, murió en Madrid el 1. ° de noviembre de 1764. Comenzó los estudios en su ciudad natal, pero a la muerte de sus padres se trasladó a Zaragoza a estudiar filosofía. Volvió después a Valladolid, y de allí marchó a Palma de Mallorca. Dedicado a la literatura y a la historia, compuso un melodrama, La lira de Orfeo, representado en 1719, y más tarde el poema El robo de Dina (1727), en octavas, en el que muestra, junto con su inexperiencia juvenil, su gusto por lo conceptuoso. Marchó a Madrid en 1727 y allí se ganó el afecto y la estimación del ministro Patiño, quien lo nombró secretario de una comisión angloespañola, desde donde pasó, en 1735, a la Secretaría de Estado, alcanzando en ella, en 1750, la graduación de oficial mayor; desde 1746 hasta su muerte fue secretario del Consejo de Castilla. En 1737 fue admitido en la Academia Española y al año siguiente nombrado director de la Academia de la Historia, por cuya fundación se había esforzado mucho.
Perteneció también a otras Academias españolas y a muchas extranjeras, entre las cuales la Arcadia de Roma (con el nombre de Leghindio Dulicchio), y a la Imperial de Ciencias de Petrogrado. Publicó muchos obras y dejó otras manuscritas. La más importante es Discursos sobre las tragedias españolas (I parte, 1750; II parte, 1753), en la que pretendió demostrar que en España se había cultivado la tragedia según los principios clásicos. Unió a estos Discursos, para demostrar su teoría, dos tragedias: Virginia (1750, v.) y Ataúlfo (1753, v.), desaliñadas, pedestres, aunque la primera fue elogiada por Lessing (que luego rectificó su opinión). Más tarde, se hizo defensor del teatro inglés, no ciertamente del de Shakespeare, sino del de Dryden y Addison. Sus mejores dotes son la moderación y el equilibrio.
P. Raimondi