Nació en Ancona el 3 de mayo de 1863 y murió en Pietralacroce el 28 de agosto de 1924. En Roma se graduó en Leyes y vivió siempre dividido entre el amor a la poesía y la necesidad de la acción.
Conquistado por las ideas estéticas de D’Annunzio, quiso colaborar a su difusión con la refinada revista Il Convito (v.), que apareció entre 1895 y 1907. Más amigo de los poetas que poeta propiamente dicho, sintió una especial predilección por Shelley, a quien tradujo inmejorablemente.
Sin embargo, acabó también por dedicarse a la poesía, y de una forma nada mediocre. En este aspecto destacan sus cuatro himnos Alia térra, Al mare, A un macchinista y Ai convalescenti. En Amori ac silentio sacrum (v.) y en las Rime sparse revela asimismo notable riqueza melódica y una inteligente inclinación efectista.
Se inspira particularmente en la intimidad doméstica, el culto a la belleza universal y en un concepto imperialista de la vida.
C. Falconi