El frontispicio de la edición de Basilea lleva el título siguiente: Joannis de Monte Regio et Georgii Purbachii Epitome, in Cl. Ptolomali Maguam compotionem, continens propositiones et annotationes, quibus totum Almagestum, quod sua difficultate etiam doctiorem ingenioque praestantiorem lectorem detenere consueverat, dilucida et brevi doctrina ita declaratur et exponitur, ut mediocri quoque Índole et eruditione praediti sine negotio intelligere possint. Va precedido de una carta dedicatoria al humanista griego cardenal Besarión, protector del autor, el cual fue alumno y colaborador de Purbach, y considerado como uno de los mejores astrónomos precopernicanos.
El Epítome, que comprende trece libros, está subdividido de la siguiente manera:
I. Consideraciones sobre la posición de la tierra en el centro del mundo y privada de movimiento local; teoremas sobre las cuerdas del círculo y las de la esfera, sobre la distancia de los trópicos en ascensión recta, etc.;
II. Duración de los días, de la altura del polo, de la sombra del Sol, etc.;
III. De los solsticios y de los equinoccios, o causas de las variaciones de las horas;
IV. Movimiento lunar y eclipses;
V. De algunos instrumentos astronómicos, y continuación del movimiento lunar;
VI. Conjunciones de las dos lumbreras (Sol y Luna);
VII. Movimiento de las estrellas fijas;
VIII. Continuación del movimiento de las estrellas fijas y de los planetas;
IX. Orden de la esfera celeste, teoría de Mercurio;
X. Teoría de Venus y de Marte;
XI. Teoría de Júpiter y de Saturno, en particular;
XII. Estudios sobre la determinación de los movimientos en longitud de los planetas y variaciones sobre las longitudes de los epiciclos;
XIII. Consideraciones sobre la latitud de los planetas.
Purbach, que trataba de corregir a Ptolomeo, a los astrónomos de Alfonso el Sabio y las teorías de los planetas, fue aconsejado por el cardenal Besarión para que hiciera un viaje a Italia junto con su discípulo Regiomontano: le sorprendió la muerte, y Regiomontano acabó la obra renovándola radicalmente mediante cuidadas observaciones que pudo perfeccionar gracias a la generosidad de Bernardo Walther, que le proporcionó los instrumentos necesarios para las observaciones emprendidas. La imperfección de las teorías fue revelada sobre todo por una observación de Marte.
El Epítome es sin duda la revisión más cuidada de la astronomía del alejandrino, y, con las correcciones hechas sobre el movimiento de los astros, sobre la determinación de las horas, preludia la apertura de la era copernicana y de la reforma del calendario. Este Epítome, que Purbach, cercano a la muerte, dejó al cuidado de su discípulo, es en sustancia no sólo el compendio del Almagesto (v.) alejandrino, sino también la guía de los importantes trabajos de Regiomontano, porque en él se comprendían los problemas más importantes de Ptolomeo y de los sucesores de los astrónomos alfonsinos, que habían quedado irresueltos e inciertos.
Estos problemas que siempre han constituido la base de la astronomía de posición, necesitaban entonces, sobre todo, el mejoramiento de los instrumentos de observación, la revisión de las teorías sobre el movimiento irregular de las estrellas fijas y sobre las tablas del primer móvil, el cálculo de efemérides, etc. Se dice que Regiomontano se inclinaba en favor del movimiento de la Tierra en torno del Sol, pero la cuestión era entonces prematura, y no la tuvo en cuenta en sus trabajos, los cuales, apoyados en la revisión del cálculo de las posiciones de los cuerpos celestes, le indujeron a perfeccionar la Geometría, valiéndose de un método que le hace gran honor.
P. Paquini