[Dizionario moderno]. Obra publicada en primera edición en 1905. Concebida originariamente como «museo de curiosidades», es decir, como colección ingeniosamente comentada de los neologismos y barbarismos adoptados en la lengua italiana moderna, escrita o hablada, literaria y de uso corriente, por razones prácticas y utilitarias, tomó después el aspecto y el volumen de un diccionario, a modo de «suplemento» de los diccionarios corrientes, reduciendo el comentario y acogiendo también palabras técnicas, voces dialectales y de jerga, términos latinos y griegos, locuciones extranjeras, frases célebres y formas de expresión corrientes, hasta rayar, a veces, en la enciclopedia.
Ello no impidió, sin embargo, que su fondo ingenioso, polémico y de tendencia purista (de un purismo anti toscano) se reflejase en la nueva forma y en las abreviadas explicaciones de cada una de las voces; especialmente en aquellas (sobre el amor, la mujer, la moda, la costumbre, etc.) que más directamente reclamaban la experiencia, el humor y el gusto de Panzini, en cuanto artista, manteniendo el equilibrio entre lo antiguo y lo nuevo. Aspiración que en las sucesivas ediciones (la última, cuidada por el autor, es la 7a y data del 1935) se enriquecía con anotaciones y motivos, al propio tiempo que la parte propiamente didáctica y científica se fue ampliando y poniendo al día simultáneamente, de tal suerte que el Diccionario, si, por un lado, ha logrado alcanzar un valor «histórico», documental, acerca de los estratos, los sedimentos y los desarrollos de la lengua italiana en un plano europeo, por otro lado, fue configurándose cada vez mejor, al igual que los libros de arte panzinianos, como un «viaje sentimental» entre la antigua nobleza y la moderna barbarie.
Y precisamente esta índole y este tono hacen del Diccionario una obra única en su género, que ocupa un puesto excepcional en la historia de las letras italianas, no menos que en la moderna lexicografía. La 8a edición póstuma, aparecida en 1942, fue dirigida por Alfredo Schiaffini y Bruno Migliorini; en ella, aparte de un apéndice conteniendo 5.000 voces nuevas, se presenta una rigurosa reordenación de la parte etimológica que aparecía bastante imprecisa en las ediciones de Panzini.
A. Bocelli