ARTHUR SCHNITZLER, EXPONENTE DE LA LITERATURA VANGUARDISTA DE FIN DE SIÈCLE JUNG-WIEN

Arthur Schnitzler,

Doctor Graesler. Médico de balneario,

Traducción de María Esperanza Romero

Marbot Ediciones, Barcelona, 2012, 152 págs.

Bienvenida sea la traducción al español de este relato, nunca publicado antes en España, de Arthur Schnitzler, un vienés vanguardista y rompedor de los moldes y tabúes de su tiempo, de quien sí se conoce en nuestro país la obra narrativa más destacada, si bien no su obra teatral –con excepción de La ronda (Der Reigen) y Anatol-, que, sin embargo, no ha perdido actualidad.

Arthur Schnitzler (Viena 1862–Viena 1931), médico y escritor interesado desde joven en la psicología, conoció y mantuvo correspondencia con Freud y supo reflejar este interés en su obra, lo cual habría de provocar escándalo y reportarle problemas con la censura, el estamento militar y la justicia (Liebelei, Professor Bernhardi, Der Reigen, Leutnant Gustl…). Su desenfadada presentación del deseo, la seducción, el poder o el adulterio chocaban con las convenciones morales de su tiempo que en buena parte siguen vigentes aún. Recuérdese la película Eyes Wide Shut, de Stanley Kubrick, que hace pocos años dio a conocer al gran público la novela corta de Schnitzler Relato soñado. Su obra es valiente y rompedora no sólo en los temas sino también en lo formal –El teniente Gustl (1900) fue el primer relato en lengua alemana escrita en forma de monólogo interior, seguiría en este mismo registro La señorita Elsa (1924)-. La prohibición de representar sus obras teatrales estuvo vigente hasta 1982.

Probablemente porque conocía mejor sus ambientes y su psicología, la mayoría de sus personajes tienen que ver con su propia vida; sus protagonistas son a menudo oficiales del ejército, médicos o artistas y éste es de nuevo el caso de Doctor Graesler. Médico de balneario. En consonancia con su interés por la ciencia freudiana, Schnitzler dedica muchas de sus narraciones a individuos –como el título anuncia- y al estudio de su idiosincrasia. El subtítulo, Médico de balneario, avanza un prototipo profesional de connotaciones negativas, que entra en conflicto con la convención social de fin de siglo: el supuesto refinamiento de los “pacientes” y de la atmósfera de los baños termales. Porque este médico soltero de cuarenta y ocho años, que ejerce su profesión a caballo entre balnearios de Tenerife y Berlín, se nos presenta como un individuo inseguro, egocéntrico y superficial que anda por la vida con el único objetivo inmediato de satisfacer su necesidad de compañía femenina, sin importarle nada más que la apariencia física y sin ser siquiera un Don Juan. Su debilidad de carácter y su egoísmo se manifiestan en todos los niveles: la ausencia de verdadera vocación médica en la reticencia que manifiesta de asistir a la única paciente realmente enferma que se le presenta, la nula relación que ha tenido con su hermana, con quien ha convivido muchos años antes del suicidio de ésta; la incapacidad de adquirir responsabilidad o compromiso también en lo personal, lo cual le lleva a cambiar constantemente de pareja sin pestañear ni sufrir la más mínima agitación emocional. La mediocridad esencial de Emil Graesler queda más subrayada aún por el carácter del personaje que el autor vienés le inventa como contrapunto: Sabine, una joven mujer resuelta, de notorio intelecto y segura de sí misma, que contrasta fuertemente con el “maduro” doctor.  

El relato ha sido llevado al cine en varias ocasiones; las más recientes A Confirmed Bachelor, por Herbert Wise, en 1973, en Gran Bretaña (BBC), con Sheila Brennan, Rebecca Saire y Robert Stephens, y en 1991, en Italia, Mio caro dottor Gräsler, por Roberto Faenza, con Keith Carradine, Kristin Scott Thomas, Sarah-Jane Fenton y Miranda Richardson. 

© Anna Rossell

Arthur Schnitzler

ARTHUR SCHNITZLER, EXPONENTE DE LA LITERATURA VANGUARDISTA DE FIN DE SIÈCLE JUNG-WIEN




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Arthur Schnitzler, Doctor Graesler. Médico de balneario,
Traducción de María Esperanza Romero
Marbot Ediciones, Barcelona, 2012, 152 págs.
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por Anna Rossell

Bienvenida sea la traducción al español de este relato, nunca publicado antes en España, de Arthur Schnitzler, un vienés vanguardista y rompedor de los moldes y tabúes de su tiempo, de quien sí se conoce en nuestro país la obra narrativa más destacada, si bien no su obra teatral –con excepción de La ronda (Der Reigen) y Anatol-, que, sin embargo, no ha perdido actualidad.
Arthur Schnitzler (Viena 1862–Viena 1931), médico y escritor interesado desde joven en la psicología, conoció y mantuvo correspondencia con Freud y supo reflejar este interés en su obra, lo cual habría de provocar escándalo y reportarle problemas con la censura, el estamento militar y la justicia (Liebelei, Professor Bernhardi, Der Reigen, Leutnant Gustl…). Su desenfadada presentación del deseo, la seducción, el poder o el adulterio chocaban con las convenciones morales de su tiempo que en buena parte siguen vigentes aún. Recuérdese la película Eyes Wide Shut, de Stanley Kubrick, que hace pocos años dio a conocer al gran público la novela corta de Schnitzler Relato soñado. Su obra es valiente y rompedora no sólo en los temas sino también en lo formal –El teniente Gustl (1900) fue el primer relato en lengua alemana escrita en forma de monólogo interior, seguiría en este mismo registro La señorita Elsa (1924)-. La prohibición de representar sus obras teatrales estuvo vigente hasta 1982.

Probablemente porque conocía mejor sus ambientes y su psicología, la mayoría de sus personajes tienen que ver con su propia vida; sus protagonistas son a menudo oficiales del ejército, médicos o artistas y éste es de nuevo el caso de Doctor Graesler. Médico de balneario. En consonancia con su interés por la ciencia freudiana, Schnitzler dedica muchas de sus narraciones a individuos –como el título anuncia- y al estudio de su idiosincrasia. El subtítulo, Médico de balneario, avanza un prototipo profesional de connotaciones negativas, que entra en conflicto con la convención social de fin de siglo: el supuesto refinamiento de los “pacientes” y de la atmósfera de los baños termales. Porque este médico soltero de cuarenta y ocho años, que ejerce su profesión a caballo entre balnearios de Tenerife y Berlín, se nos presenta como un individuo inseguro, egocéntrico y superficial que anda por la vida con el único objetivo inmediato de satisfacer su necesidad de compañía femenina, sin importarle nada más que la apariencia física y sin ser siquiera un Don Juan. Su debilidad de carácter y su egoísmo se manifiestan en todos los niveles: la ausencia de verdadera vocación médica en la reticencia que manifiesta de asistir a la única paciente realmente enferma que se le presenta, la nula relación que ha tenido con su hermana, con quien ha convivido muchos años antes del suicidio de ésta; la incapacidad de adquirir responsabilidad o compromiso también en lo personal, lo cual le lleva a cambiar constantemente de pareja sin pestañear ni sufrir la más mínima agitación emocional. La mediocridad esencial de Emil Graesler queda más subrayada aún por el carácter del personaje que el autor vienés le inventa como contrapunto: Sabine, una joven mujer resuelta, de notorio intelecto y segura de sí misma, que contrasta fuertemente con el “maduro” doctor.
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El relato ha sido llevado al cine en varias ocasiones; las más recientes A Confirmed Bachelor, por Herbert Wise, en 1973, en Gran Bretaña (BBC), con Sheila Brennan, Rebecca Saire y Robert Stephens, y en 1991, en Italia, Mio caro dottor Gräsler, por Roberto Faenza, con Keith Carradine, Kristin Scott Thomas, Sarah-Jane Fenton y Miranda Richardson.
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© Anna Rossell

http://annarossell.blogspot.com.es/

VIENA, 1900, UN RETRATO SOCIAL

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EL TENIENTE GUSTL
Arthur Schnitzler
Trad. Juan Villoro. El Acantilado, Barcelona, 2006, 60 págs.

por Anna Rossell
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Más allá del interés que pueda suscitar el tema al que dedica un escritor una pieza literaria, una de las características de la buena literatura es el sensible y original uso de la lengua, que, en manos de su autor, adquiere una fecundidad inusitada, una sorprendente capacidad de crear sentido por vías novedosas e inesperadas. Ello puede suceder, en lo formal, en todos los niveles: desde lo estructural en la morfología del léxico y en la sintaxis hasta el montaje o macroarquitectura del texto.
Hay a menudo en lo genial un ademán iconoclasta, la osadía de abandonar veredas conocidas para aventurarse por terrenos menos firmes, por incógnitos, pero retadores, en tanto que suponen la exploración fructífera de territorios vírgenes. Sobre todo desde el cambio de siglo a los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, el siglo XX ha dado en este sentido grandes exploradores literarios que renovaron las técnicas de la escritura, incorporando a la literatura los conocimientos más vanguardistas sobre el alma humana. Joyce, Dos Passos, Faulkner, Woolf, Kafka, Döblin o Schnitzler, por mencionar sólo algunos de los más destacados de nuestro ámbito cultural, han sido innovadores en este sentido y como tales constan en la historia de la gran literatura universal. Innovación en aquellos años, cuya actualidad subraya la reedición de sus obras, que siguen despertando el interés del lector de hoy.

En el ámbito literario en alemán, la editorial El Acantilado muestra especial sensibilidad y buen tino al ofrecer un buen puñado de obras de este calibre en lengua española. La reciente publicación de El teniente Gustl constituye otro auténtico regalo.
Este relato o novela corta del austriaco Arthur Schnitzler (1862-1931) es uno de esos textos exquisitos. Publicada por primera vez en el diario vienés Neue Freie Presse en 1990 y como libro por S. Fischer, Berlín, un año más tarde, este breve pero intensísimo texto, pionero en alemán como puro monólogo interior, supone un hito en la historia de la literatura alemana. Schnitzler, cuya formación de médico le hacía especialmente permeable a los incipientes descubrimientos de la psicología, incorporó a la literatura los conocimientos de William James, quien ya en 1890 -The principles of Psychology- había definido la estructura de la mente humana como un monólogo interno, y los estudios de su coetáneo y conciudadano Sigmund Freud. Sin duda conocía bien los Studien über die Hysterie que éste había publicado, con Josef Breuer, en 1895. El escritor vienés, haciéndose eco de la tesis de la libre asociación como base del funcionamiento del subconsciente del individuo, vierte en sesenta páginas, que constituyen las escasas horas del tiempo narrado, el flujo de conciencia de su protagonista Gustl, un joven teniente del prestigioso ejército de la monarquía austro-húngara. No es de extrañar que el relato fuera en su momento motivo de escándalo y le costara a su autor su puesto de médico militar en la institución que retrataba, ya que Schnitzler no hace sino airear a los cuatro vientos los entresijos más recónditos del alma de un representante del ejército monárquico, que no sale precisamente bien parado. El continuo fluir de la conciencia del teniente Gustl nos permite conocer de primera mano y sin el camuflaje que imponen los formalismos sociales el verdadero fondo del protagonista. Éste, ajeno por completo a la música del concierto, al que asiste por puro compromiso y que le aburre soberanamente, da rienda suelta a sus pensamientos, que van fluyendo inconexos de acá para allá en función de donde se va posando caprichosamente su mirada o de un gesto que capta casualmente su atención. Contemplamos así la radiografía de su alma, la de un petimetre, cuya vida transcurre insulsa entre el servicio al ejército, los duelos de honor, el juego y los amoríos. El desagradable episodio que protagoniza a la salida del concierto un panadero conocido y que resulta altamente humillante para él supone un golpe de timón en el rumbo de esa voz interior, que ahora dejará oír su cólera y se ocupará sobre todo de organizar el suicidio al que se ve abocado y que nos llega sencillamente como uno más. El clímax que en el relato supone este episodio no hace sino acentuar la superficialidad en la que se sustenta la existencia del teniente y de toda una sociedad que se refleja en su mismo espejo: el hecho no añade la intensidad dramática que esperamos ante la inmediatez de una muerte inevitable, ni siquiera impulsa una reflexión, es, sencillamente, una anécdota sobre la que decide la pura casualidad.

© Anna Rossell
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TÍTULO=»VIENA, 1900, UN RETRATO SOCIAL»
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