Novela histórica en tres volúmenes del escritor austríaco Adalbert Stifter (1805-1868), escrita entre 1865 y 1867. Más que de una verdadera trama, se puede hablar aquí de un vasto fresco de historia medieval bohemia, sobre cuyo fondo el joven protagonista, Witiko, conquista para sí la felicidad y funda una famosa estirpe de soberanos.
El noble bohemio Witiko, en el verano de 1138 deja Baviera, donde había vivido hasta entonces con su madre, para volver a su patria y ponerse al servicio del rey de Bohemia, el duque Sobĕslav. Su viaje por los desiertos y por los salvajes bosques da ocasión para largas y magistrales descripciones del paisaje bohemio, familiar para él desde su infancia. Cabalgando su caballo gris, encuentra en el bosque a Berta, hija de Enrique von Schaunenberg, la cual lo conduce a la casa paterna, donde es acogido con gran cortesía. Aunque la belleza y el dulce encanto de la joven conquistan acto seguido su corazón, Witiko, después de pasar una sola noche de reposo, reanuda su camino obediente a la voz de su deber.
En la corte conquista en seguida la benevolencia y la fe de Sobĕslav, hasta el punto de que éste, cuando enferma y está próximo a la muerte, lo envía en misión a Praga, junto a los jefes bohemios que han empezado a reunirse para elegir un sucesor al trono, olvidándose de haber prestado juramento de fidelidad al hijo del viejo soberano. Witiko cumple su misión sin dejarse intimidar ni corromper, pero cuando regresa sólo puede referir al moribundo que no será elegido sucesor su hijo, sino su sobrino Wladislaw. La muerte de Sobĕslav enciende entre los dos pretendientes luchas internas que durante años ensangrientan y empobrecen el país. Witiko toma parte en estas luchas, deseoso de hacer triunfar la justicia. Su tranquilo valor y su profundo sentido del deber triunfan por fin y, recompensado por el nuevo soberano con la donación de vastos territorios, se construye un castillo y, lleva a él como esposa a Berta. Allí viven felices los dos, seguros de la fidelidad y del afecto de los habitantes de los bosques, sometidos a ellos espontáneamente; y de Witiko se origina la poderosa familia de los Rosenberg, soberanos de la Bohemia meridional.
Witiko es, sin discusión, una de las mejores novelas históricas de la literatura alemana, aunque su estilo intencionadamente lento y sus largas descripciones de batallas, de lugares, de fiestas y de personajes, a menudo sin importancia para la continuidad de la narración, dificulten su lectura. La vastedad de la visión de un mundo en lucha, en el confín entre Oriente y Occidente, confiere a esta narración un verdadero aliento épico cuando no lo sofoca la pedantería de sus pormenores.
A. Manghi