La obra, en nueve volúmenes, está incompleta y se detiene en la mocedad del pequeño Tristram. Falta una trama propiamente dicha al tratarse, más que de una historia, del cuadro humorístico y jocoso de una familia y de aquellas personas que entran en contacto con sus componentes: el padre de Tristram, el raro e ingenioso Walter; su madre, dulce, apacible y un tanto obtusa; su tío Toby, ex oficial del ejército, cándido y bonachón como nunca nos esperaríamos de él dada su profesión (conocidísimo es el episodio en el que, atormentado por una mosca, se desembaraza de ella sin matarla, diciendo que el mundo es lo suficiente grande para ambos); el lacayo de éste, Trim, ex cabo e inválido de guerra, que le es muy fiel y que se dedica a proyectar, junto con Toby, fortalezas ideales; la viuda Wadman, que ama a Toby y no se cansa nunca de echar mano de los embustes femeninos con tal de verse correspondida; y el párroco Yorick, que.se distingue a la vez por su ingenuidad y su humorismo, dos cualidades que, juntas, le granjean varias enemistades.
Muere prematuramente y sobre su tumba será grabada la famosa exclamación de Hamlet: «¡Dios mío, Yorick!». Muchos de los episodios no son para su autor más que un pretexto para exponer deliciosas digresiones acerca de los más disparatados temas, que demuestran la amplitud de sus lecturas y la originalidad de su pensamiento.