[Vie de St. François d’Assise], Obra del pastor calvinista francés Paul Sabatier (1853- 1928), especialista en estudios franciscanos, publicada en 1893.
Esta Vida suscitó un gran interés dentro del mundo católico, que después de haberla acogido favorablemente, luego la condenó (1894). Es un mérito de Sabatier el haber profundizado en el análisis y el estudio sistemático y comparativo de las «fuentes», así como presentar un cuadro perfecto de la vida y la personalidad del Santo. La obra comienza con una introducción general sobre la época de San Francisco. Sigue un claro estudio crítico de las fuentes y después la Vida, dividida en veinte capítulos, desde la «Juventud» hasta el «Testamento y muerte». Termina el trabajo con un apéndice que contiene un estudio crítico sobre los «Estigmas» y sobre la «Indulgencia», que en julio de 1216 San Francisco habría obtenido del propio Jesús para todos les que visitaran la Porciúncula confesados y arrepentidos.
El autor acompaña al Santo en su atormentada existencia, desde su nacimiento en Asís hasta la alegre juventud animada por sueños de gloria, de belleza y de placer; le presenta prisionero de los perusinos, afectado de una grave enfermedad, y concibiendo pensamientos de conversión durante su larga convalecencia. Describe la lucha sostenida contra sus padres, que no se resignaban a perder su hijo, y el acto de su autoexpoliación, como símbolo de renunciamiento a todos los bienes terrenales. Después, el comienzo de su predicación; sus primeros seguidores; la aprobación por parte del Papa de la «religión» franciscana; la conversión de Santa Clara, y la fundación de lo que constituirá la segunda orden franciscana, y de las «clarisas». Después, la decisión de San Francisco de convertir a los infieles; su viaje a Siria; su entrevista con el sultán; su visita a los Santos Lugares.
El autor esboza después la maduración, durante la ausencia del Santo, de lo que será la gran crisis del franciscanismo primitivo, cuyas características eran la pobreza absoluta y la ausencia de toda «regla» que constituyese un obstáculo para la libre espontaneidad del sentimiento religioso. Pero la difusión que tal movimiento adquirió y el peligro constante de que se convirtiera en uno de tantos movimientos heréticos del tiempo, indujeron a la Iglesia a intervenir para transformar la libre comunidad franciscana en una «orden» constituida y aprobada por la autoridad eclesiástica. Esta es la época más dolorosa de la vida del Santo. Hasta el último momento, había tenido la esperanza de poder establecer en la tierra, con sólo los medios de la predicación, del ejemplo y de la caridad, una vida según el íntimo espíritu del Evangelio.
Y cuando su sueño se desvanece, hay en él, escribe Sabatier, una angustia que recuerda la de la vida ante la muerte; angustia tanto más dolorosa cuanto que se trata de la vida moral. Desde entonces se siente cansado; se avecina el momento más terrible de su existencia: recibir los estigmas. Luego se refugia en San Damián, en donde escribe aquella admirable página lírica que es el Cántico de las criaturas (v.); luego visita por última vez Asís, donde crea la estrofa final de su Cántico en alabanza a la «Hermana Muerte», esa muerte que reparó su atormentada existencia con la paz perfecta de Dios, capaz de hacerlo olvidar todo.
D. Zerboni