Canción del comendador Escrivá, poeta valenciano, que escribió también en catalán, y fue embajador ante la Santa Sede en 1497.
Esta breve composición, procedente del Cancionero General, es Una de las más famosas de la literatura medieval española, y su texto es el siguiente: «Ven, muerte, tan escondida,/que no te sienta conmigo,/por qu’el gozo de contigo/no me torne a dar la vida./ Ven, como rayo que hiere,/que hasta que ha herido/no se siente su ruido,/por mejor hirir do quiere:/así sea tu venida;/si no, desde aquí me obligo/qu’el gozo que habré contigo/me dará de nuevo vida». El poema obedece al gusto por los contrastes y por un cierto conceptismo propio de la lírica medieval española. La oposición muerte- vida es llevada aquí a su último extremo y posibilidad.
Tanto el tema de la muerte como su desarrollo en forma de paradoja tienen una larga tradición cortesana en la lírica de la Edad Media, que deberá culminar en las interpretaciones de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, del «Vivo sin vivir en mí,/y tan alta vida espero,/que muero porque no muero». Frente a una visión trágica y realista de la muerte en la Edad Media (que pudiera representar, por ejemplo, la Danza de la Muerte, v.) y frente a la del propio Jorge Manrique, la visión del Comendador es fruto de un puro juego conceptual. La canción gozó de gran popularidad y aparece en obras de Lope, de Cervantes y de Calderón.
A. Comas