El principio de la variación, con las libertades que permite, sedujo siempre poderosamente a Johannes Brahms (1806-1897), que rechazó muy pronto el someterse a las reglas excesivamente rígidas de la forma-sonata.
Además, interpretó de modo muy amplio la técnica de la variación, y a menudo no conservó nada más que el ritmo y aun sólo la atmósfera armónica del tema inicial. Sus primeras Variaciones, op. 9, para piano y op. 23, para piano a cuatro manos, están inspiradas en temas de Schumann, de quien Brahms era un ardiente admirador. Las Variaciones sobre un tema original (op. 21, número 1), fechadas en 1861, proponen un tema de maravilloso colorido y de una fructífera variedad de ritmos. Las seis primeras Variaciones dan valor a la mecánica del pianista y su arte en poner de relieve las progresiones armónicas. Las tres siguientes interesan sobre todo por la diversidad y alternación de sus ritmos. La undécima reemprende el tema bajo una forma desnuda y se resuelve en una conclusión en «pianissimo».
Las Variaciones sobre un canto húngaro (op. 21, número 2), escritas igualmente para piano, proceden con el mismo espíritu que las precedentes; no se trata solamente de simples deformaciones melódicas o rítmicas, sino de una verdadera transformación y estilización del motivo central. En estas trece Variaciones, Brahms se ha dejado guiar por el ritmo de las danzas populares húngaras. Las Variaciones sobre un tema de Haendel (op. 24), fechadas en 1862, suman un total de veinticinco. Alcanzan una incomparable potencia expresiva. Brahms se sirve del piano como de una orquesta, buscando los efectos de timbre y consiguiendo una suntuosa riqueza armónica sin romper jamás la unidad de estilo impuesta por el tema de Haendel. Las veintiocho Variaciones sobre un tema de Paganini (op. 35) brillan principalmente por su virtuosismo; imponen al pianista una maestría absoluta y toman a veces el carácter de una imitación de la música del célebre violinista.
Las Variaciones sobre un tema de Haydn (op. 56), fechadas en 1874/ señalan la primera intervención de Brahms en el dominio de la orquesta. El tema está tomado de un «Divertimento» de Haydn para instrumentos de viento, titulado Coral de San Antonio. Anunciado por los contrabajos, los coros y los bajos, este «Coral» es curioso por su división en cinco compases, su ritmo y su línea melódica de aire popular. Es este mismo «Coral» el que proporcionó a Brahms materia para ocho Variaciones y un «Final». La primera variación evoca el ligero son de unas campanas. Las dos siguientes, graciosas, finas, encantadoras, imitan hábilmente el estilo de Haydn. La cuarta, más severa, se caracteriza por un solo de oboe al que el coro hace eco. La quinta es interesante por sus oposiciones de ritmos. El lirismo de la sexta contrasta con la «Siciliana» de la séptima. Finalmente, la octava, melancólica y soñadora, concluye en una dirección que reúne el valor del más puro clasicismo y el de un romanticismo disciplinado.